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Los mismos, ¡siempre los mismos!

El comentario de hoy

Francisco Amparán

Si ustedes consideran que nuestra clase política es una vergüenza, que no podría estar más degradada, y que está conformada por puros cartuchos quemados que se reciclan una y otra vez, créanme que no están solos. Lo mismo le pasa a los ciudadanos de muchos otros países, que contemplan con una muestra de saciedad y enfado cómo las mismas caras, las mismas promesas, aparecen y reaparecen a lo largo de años y años. Y ni a quién irle.

Claro que hay de viejos conocidos a viejos conocidos. Un servidor ha visto a Edward Kennedy en su asiento del Congreso Norteamericano como senador por Massachusetts desde que tengo uso de razón. La verdad, por mí no hay problema, dado que el buen Ted ha sabido madurar en ese puesto. Otra cosa es hallar en el Senado mexicano, a estas alturas del partido, a Beltrones, Labastida y otros especímenes del más senecto Parque Jurásico priista. ¡Y dándose ínfulas de superioridad moral, y llenándoseles la boca con admoniciones democráticas además! Esa gente de plano no tiene vergüenza.

Pero en Italia sí que no se miden. Allá, los liderazgos se renuevan, al parecer, cada dos décadas o por ahí. Será porque todos los nombres se parecen, pero uno cree haber estado oyendo los mismos desde hace años, cuando aún se portaba airosamente cierta cabellera. O será porque, en efecto, son los mismos. Como prueba está el regreso triunfal de Silvio Berlusconi a la primera magistratura italiana. Que sería algo así como si aquí reeligiéramos a López Portillo. Eso fue lo que ocurrió en las recientes elecciones en la península de la bota.

Berlusconi ha sabido sacar tajada de su manejo de los medios. Después de todo, es dueño de la mayor parte de las ondas televisivas italianas (razón por la cual se le llama socarronamente “Su Emitenza”). Gracias a su control de importantes medios, ha sabido posicionarse en el ánimo de cierto público como un hombre del pueblo (aunque su fortuna anda por los 10 mil millones de dólares) y preocupado por desarraigar la corrupción e ineficiencia… aunque él mismo ha sido acusado penalmente de no tener las manos limpias.

La verdad, y para acabar pronto, pareciera imposible que en un país desarrollado un espécimen como Berlusconi, que perdiera el poder hace tres años en medio del escándalo, regrese por sus fueros. Pero eso fue lo que ocurrió. Aunque hubo cierto abstencionismo, y algunos ciudadanos rompieron frustrados sus boletas comiciales, Berlusconi puede ufanarse de que una mayoría sólida votó por su coalición, y por tanto para tenerlo a él de Primer Ministro.

¿Por qué? Quizá algunos pensaron que más vale malo por conocido. Otros, que las alternativas eran aún peores. Los socialistas y comunistas fueron barridos del mapa, principalmente por no haber podido formar coaliciones. Total, que las explicaciones pueden ser muchas… pero no terminan de hacernos tragar el hecho de que Italia haya reelecto a Berlusconi. Que con su pan, o su fetuchini, se lo coman.

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