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Los relevos

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará ahí”.

Lewis Carroll

Es una de esas mentiras habituales que se cuentan en la política a pesar de que nadie las cree. Supuestamente la ex secretaria de Desarrollo Social, Beatriz Zavala, y el ex secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, despertaron un día y decidieron que debían renunciar a sus cargos en el Gabinete presidencial, la primera para atender la labor urgente de las relaciones del PAN con el Gobierno y el segundo para hacerse cargo algunos asuntos personales inaplazables. El presidente habría escuchado sus razones y aceptado las renuncias.

La verdad, como todos sabemos, es muy distinta. Es muy raro que un secretario de Estado renuncie a su cargo. Cuando lo hace es por alguna discrepancia tan pública que se vuelve imposible de ocultar. Lo que ocurrió en el caso de Zavala y Ramírez Acuña es que el presidente no consideró satisfactorio su trabajo y les pidió la renuncia. Los ciudadanos no fuimos informados de las razones.

Entiendo que un presidente debe tener la facultad para cambiar a su equipo de trabajo cuando lo considere necesario y sin tener que justificarlo. Pero si a los ciudadanos se nos da una explicación evidentemente falsa, tenemos cuando menos derecho a especular.

En el discurso inaugural de Juan Camilo Mouriño como secretario de Gobernación hay elementos que sugieren las razones del presidente para destituir a Ramírez Acuña. “De acuerdo a las instrucciones que hoy recibo del presidente de la República, buscaré seguir promoviendo el diálogo y el acuerdo entre los poderes de la Unión, particularmente con el Congreso a fin de avanzar en las reformas necesarias para el país. De inmediato, señor presidente, estableceré los contactos permanentes y mantendré abiertos todos los canales de diálogo para favorecer el entendimiento, la colaboración y la construcción de acuerdos”.

El mensaje es que Ramírez Acuña había dejado de ser un interlocutor eficaz con los grupos políticos de nuestro país y en especial con los líderes del Congreso y que la labor de Mouriño será reconstruir el diálogo. Con las funciones disminuidas de la Secretaría de Gobernación en estos tiempos —un ministerio del interior sin policía y sin fuerza política propia— la capacidad de diálogo del secretario de Gobernación depende completamente de su peso político personal o de su cercanía con el presidente. Mouriño no tiene, hasta ahora, un peso político personal, pero sí es el colaborador más cercano al presidente Calderón. Cuando se negocie con él, cuando menos se sabrá que se está negociando con el presidente.

El discurso inaugural de Ernesto Cordero como secretario de Desarrollo Social no ofrece un mensaje tan claro. El ex subsecretario de Egresos prometió trabajar “para desarrollar las capacidades básicas de las mexicanas y los mexicanos en situación de pobreza, para abatir el rezago que enfrentan los grupos vulnerables, para disminuir las disparidades regionales y para elevar la calidad de vida de las zonas marginadas en las ciudades”. Un simple rollo político. Habrá que suponer entonces que el problema de Zavala es que no tuvo la capacidad administrativa para manejar uno de los presupuestos más importantes del Gobierno Federal. Eso explicaría por qué se le reemplazó con un técnico como Cordero.

Calderón ha escogido a dos de sus colaboradores más cercanos para ocupar estas responsabilidades en el Gabinete y a un tercero, a Dionisio Pérez-Jácome Friscione, para reemplazar a Cordero en la subsecretaría de Egresos de Hacienda. Quizá haya en esto también una señal. El presidente está buscando fortalecer la lealtad y la disciplina de su equipo. Esto puede ser positivo, sobre todo después del Gobierno de Vicente Fox en que cada secretaría parecía trabajar por su lado. Pero Calderón está perdiendo la oportunidad de oír opiniones distintas, lo cual es una mala señal en apenas el segundo año de un Gobierno.

En otros tiempos, cuando la Secretaría de Gobernación era realmente una sede alterna de poder, no había cargo más importante que ése después de la Presidencia de la República. Hoy las cosas son distintas. Podría argumentarse, de hecho, que Mouriño está dando un paso atrás. Cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia, no sólo asumió poderes de supersecretario sino que así se le presentaba en funciones públicas. Se le daba una posición jerárquica por arriba de las de los secretarios, incluso el de Gobernación. En contraste José Córdoba, el legendario jefe de la Oficina de la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se resistía a aparecer en público y cuando lo hacía tomaba una posición modesta. Me pregunto si hoy César Nava tendrá esa posición de privilegio en el escalafón, incluso por arriba de su ex jefe Mouriño. La verdad es que lo dudo.

CAÍDA BURSÁTIL

La Bolsa Mexicana cerró ayer en 27,343.57 unidades. El último día del 2007 registró un nivel de 29,536.83. La pérdida acumulada en este joven 2008 es de 7.4 por ciento. El 18 de octubre del año pasado el índice de precios alcanzó su máximo histórico de 32,836.12. La caída desde entonces suma 16.7 por ciento. La Bolsa, sin embargo, venía de su periodo de crecimiento más prolongado de la historia y todavía en los primeros meses de 2007 tuvo un crecimiento sólido. Éste es el que se ha perdido. Hace un año, el 17 de enero de 2007, el índice de precios y cotizaciones estaba en 26,558.50. En los últimos 12 meses, todavía hay una ligera ganancia.

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