En la reciente explosión exasperada de la sociedad civil mexicana, harta de vivir con el Jesús en la boca a causa de la delincuencia, se ha hecho mucho hincapié en una situación evidente: que la criminalidad se ha vuelto incontrolable por la impunidad que la rodea. Los delincuentes rara vez son capturados, y cuando ello ocurre, suelen no ser castigados. O los sueltan al poco tiempo con el recurso de preliberación del que abusan los jueces venales. Total, que contrario a la conseja popular, en este país el crimen sí paga… dividendos.
Y parte de esa exasperación también tiene que ver con el cinismo de que hacen gala otro tipo de delincuentes: los poderosos en lo político y lo económico. Se trate de Romero Deschamps presumiendo sus relojes de oro, o el ex gobernador de Oaxaca paseándose en su yate, o el fulano que de repente y sospechosamente se compra tres vehículos más caros que la casa en que vivía, resulta evidente que en México el que tiene dinero y/o posición o contactos políticos puede vivir por encima de la Ley. Nadie lo va a tocar. ¿Recuerda usted cuál fue el último pez gordo, político o empresarial, que cayó en la cárcel?
Esa impunidad da quizá más rabia que la del crimen organizado, porque esos delincuentes de traje y corbata muestran los frutos de sus pillerías sin ningún recato. Y de esa manera afrontan todavía más a una sociedad ya muy dolida. A la cuál, por supuesto, le encantaría ver a unas cuantas de esas alimañas tras las rejas.
Y como México no hay dos: hay como cuarenta. Lo mismo pasa alrededor del globo. Por ello se explica la conmoción que en Egipto ha causado el arresto de un diputado y magnate de la construcción, un tal Hisham Talaat Moustafa. El cuál no sólo es legislador, sino socio de negocios de un hijo del dictador egipcio Hosni Mubarak. Por tanto, considerado entre los intocables de aquel país árabe, tan dividido entre ricotes y paupérrimos como el nuestro. Y por ende, con los mismos resentimientos sociales, perfectamente explicables.
El caso es que, como parte de su tren de vida de pachangas, mujeres hermosas y vacaciones en Suiza, ampliamente reseñada por las revistas árabes del corazón, Moustafa entró en relaciones íntimas con una bella cantante libanesa llamada Suzanne Tamim. La cuál hace unas semanas apareció degollada en su departamento de Dubai, a donde al parecer había huido escapando del mentado Moustafa.
La fiscalía egipcia dice que Moustafa contrató a un matón para que asesinara a la cantante Tamim. La policía de Dubai, que no desea espantar al turismo con un caso de asesinato no resuelto tan notorio, habría entregado pruebas muy sólidas del involucramiento del influyente millonario… el cuál, ahora sí que para variar, quizá no salga impune de ésta.
¿Cuándo podremos decir lo mismo de los delincuentes de cuello blanco, los ex gobernadores, los líderes sindicales, que han ordeñado a este país a patadas durante décadas? Digo, al menos como consuelo para los no impunes…