“Hay gente que piensa dos veces antes de invertir aquí si hay este nivel de inseguridad”.
Armando Paredes
Si usted está buscando un lugar extremo para vacacionar o invertir, visite México o invierta aquí su dinero. Le aseguro que no se aburrirá. Hay grandes oportunidades para divertirse y también para obtener rendimientos importantes en las inversiones. Pero los riesgos de ser secuestrado o asesinado se cuentan entre los más altos del mundo.
En materia de crimen, no es fácil obtener estadísticas en ningún lugar del mundo. Pero México claramente ocupa uno de los primeros lugares en materia de secuestros. Ya en 1995 un reporte de la agencia AP señalaba que Colombia había dejado de ser la campeona del mundo en secuestros para ser desplazada por México. Y todo parece indicar que seguimos ganando año con año la medalla de oro en esta especialidad.
Según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública publicadas por Reforma (2 agosto 2008), en 2007 se registraron 438 secuestros en México. La cifra, sin embargo, parece artificialmente baja. Por lo pronto, no incluye los secuestros que no se denuncian ni las llamadas “privaciones ilegales de la libertad”, que son los secuestros de los pobres y son muy numerosos. El IFAI ha ordenado a la PGR que dé a conocer información estadística sobre los secuestros, que la dependencia ha dicho no tiene sistematizada. Hasta este momento, sin embargo, no sabemos realmente cuál es la situación.
México Unido contra la Delincuencia, la organización que encabeza María Elena Morera —esposa de Pedro Galindo, un secuestrado a quien le fueron mutilados cuatro dedos en su cautiverio—, calcula que la cifra real es de alrededor de 800 al año, mientras que Eduardo Gallo —padre de Paola Gallo, secuestrada y asesinada en 2000— afirma que podría llegar incluso al seis mil al año. Según el Centro de Investigaciones Criminológicas (CIC) de la Policía Nacional Colombiana, en contraste, el número de secuestros en Colombia bajó de 643 en 2003 a 56 en 2007 (http://www.hoy.com.ec/NoticiaNue.asp?row_id289082).
La abundante información anecdótica que registran los diarios, simplemente de aquellos secuestros que ni las autoridades ni las familias pueden ocultar, sugiere que los cálculos más altos son los más realistas. Piense usted en lo que hemos leído nada más en los últimos días y semanas. He aquí unos cuantos ejemplos:
Cenobio Argáez Zurita, productor de sandía, fue encontrado asesinado en Villahermosa, Tabasco, el 7 de agosto después de que su familia pagó 5 millones de pesos en un rescate tras su secuestro. Fernando Martí, de 14 años de edad, secuestrado en un supuesto retén de la AFI en el Distrito Federal, apareció asesinado el primero de agosto después de que su familia pagó un rescate en julio. María de Jesús Delgadillo, de 27 años, embarazada, fue asesinada tras un secuestro que se realizó el 28 de julio pese a que se pagó un rescate de 156 mil pesos por ella.
Jaime Francisco Verdugo, joyero, fue secuestrado en Aguascalientes el 30 de julio mientras comía en un restaurante en compañía de su esposa; el secuestrado no ha sido al parecer denunciado a las autoridades. El 29 de julio un secuestrado logró escapar de sus captores en Ensenada, Baja California; no se ha dado a conocer el nombre de esta persona, que tenía costillas fracturadas y dos dedos amputados. Hidalgo Bautista Villa, empresario joyero oaxaqueño secuestrado, fue hallado sin vida en una camioneta blindada el 27 de julio; sus captores lo abandonaron cuando una patrulla los persiguió tras evadir un retén en la carretera Tehuacán-Huajuapan de León.
Manuel Horacio Rodríguez Díaz, empresario materialista, fue secuestrado en Oaxaca el 2 de julio mientras corría para hacer ejercicio; una escolta fue asesinado en el ataque. Gerardo Medrano, transportista de Aguascalientes, cayó asesinado el mismo 2 de julio, después de que un grupo de presuntos secuestradores lo persiguió a lo largo de tres kilómetros.
Karina Reyes, de 23 años de edad, sobrina del obispo de Xalapa, fue plagiada el 12 de junio; su cuerpo sin vida fue hallado tres días después. Claudio Conti, empresario italiano, cayó en manos de un grupo de criminales en Zicatela, Oaxaca, el 3 de junio.
Ana Karen Alba, fue secuestrada el 5 de mayo por un comando que mató a nueve personas, entre ellas a dos de sus hermanos, en su casa de Petatlán, Guerrero; no se ha vuelto a saber nada de ella.
La lista que se obtiene de simplemente revisar superficialmente la información disponible es interminable y aterradora. La falta de atención de las autoridades municipales, estatales y federales contra un delito que se ha convertido en una verdadera epidemia –o más que eso, en una pesadilla para los mexicanos— no se justifica ya.
POLÍTICAS FRACASADAS
Ruth Zavaleta tiene razón. Es inaceptable que en México 39 familias concentren la mayor parte de la riqueza de nuestro país. Pero una vez señalado el hecho, hay que comprender por qué. Desde “el triunfo de la Revolución Mexicana” en 1915-17 hemos tenido gobiernos que han justificado su existencia en la aplicación de políticas populistas destinadas, supuestamente, a lograr una mejor distribución de la riqueza. Pero hay buenas razones para pensar que esas mismas políticas, al impedir la inversión y fomentar la creación de monopolios públicos y privados, son las que han generado la pobreza y la pésima distribución de la riqueza que agobian a nuestro país.