Se alborotó en serio la política en México a raíz del cese fulminante del senador Santiago Creel como coordinador de la bancada del PAN en el Senado de la República.
Las versiones van y vienen sobre los motivos de la decisión al parecer tomada por el presidente Felipe Calderón y operada por el dirigente panista Germán Martínez.
Creel no era de la cuadra calderonista, fue foxista de hueso colorado, secretario de Gobernación en el sexenio anterior, panista de conveniencia más que de convicción y contrincante de Calderón en la carrera presidencial.
De ser un abogado y catedrático de prestigio en la Ciudad de México, Creel se interesó en la política cuando fue designado consejero ciudadano del Instituto Federal Electoral. Sus conocimientos legales y su independencia política lo convirtieron en uno de los mejores miembros del órgano ciudadano.
Entonces escribía artículos en diversos periódicos del país con un espíritu crítico al tiempo que dictaba conferencias sobre política y elecciones con una admirable sapiencia. Sus dotes de maestro las aprovechó como orador y de ahí su paso al sector público fue cuestión de tiempo.
En 1997 el entonces presidente del PAN, Felipe Calderón, lo invitó a participar como candidato a una diputación federal. Llegó al Congreso y poco a poco fue ganando espacios hasta que en 2000 pasó a ser uno de los más cercanos asesores del candidato presidencial Vicente Fox.
Creel fue designado secretario de Gobernación y ahí iniciaron sus cambios y también sus problemas. Por alguna razón Santiago Creel no tuvo la capacidad para negociar los acuerdos con partidos y las cámaras que urgían a México y especialmente al presidente Fox quien desesperadamente buscaba concretar los cambios prometidos.
En un desayuno con editores de periódicos realizado a finales de 2002, Creel dedicó las dos horas de la reunión a justificar sus raquíticos resultados como negociador político. Se le preguntó el porqué de la tardanza en las reformas, a lo que el titular de Gobernación simplemente respondió que con la Oposición era imposible negociar.
A Fox no le quedó otra que llevarse a Los Pinos el manejo de la política e intervenir personalmente en las negociaciones con todos los riesgos y fracasos que ello significó.
Creel aprovechó entonces su puesto para “nadar de muertito” y construir pacientemente una imagen con miras a la sucesión presidencial de 2006.
Fue así que realizó negociaciones oscuras con Televisa y TV Azteca, amén de otros sectores y empresas que requerían del visto bueno de Gobernación para poder operar y crecer empresarialmente.
Llegado el momento y ante la falta de figuras en el panismo foxista, Creel se convirtió en el pre-candidato más visible y asediado. Mejoró su presencia física gracias a asesorías de imagen y vestimenta, pero su aparición en revistas elitistas y en las columnas de sus amigos periodistas no fueron suficiente para obtener el voto interno de los panistas.
En una jugada de tres bandas de su amigo Manuel Espino, Creel asumió la coordinación panista del Senado en 2006 cuando ese puesto no le pertenecía por no contar con los méritos ni el apoyo político suficiente.
En año y medio del Gobierno calderonista, Creel ha sido rebasado infinidad de veces en el Senado por las bancadas del PRI y el PRD. Por todo ello no es extraño ni sorpresivo que este abogado neopanista sea desconocido por la dirigencia de su partido.
Quizá las formas de su cese no fueron las mejores y ello le brinde simpatías inesperadas, pero a final de cuentas Calderón y su partido necesitan tener las cartas adecuadas para sacar a flote a un Gobierno que navega en aguas cada vez más turbulentas.
Y obviamente Creel resultaba un lastre para el actual Gobierno panista.
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