EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Lucha con Banxico

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“El trabajo del banco central es preocuparse.”

Alice Rivlin

La Reserva Federal de los Estados Unidos ha bajado ya prácticamente su tasa de referencia —el objetivo para los fondos federales— a cero. Mientras tanto, la tasa objetivo del Banco de México se mantiene en 8.25 por ciento.

Este nivel de las tasas de interés ha provocado un sordo, pero importante conflicto entre el Banco de México encabezado por Guillermo Ortiz y el Gobierno Federal de Felipe Calderón y su secretario de Hacienda, Agustín Carstens. El Gobierno ha buscado presionar al banco central para que baje sus tipos intereses, pero éste se ha resistido.

Las razones del Gobierno Federal son claras. La economía de México se está desacelerando rápidamente y podría entrar en recesión el año que viene. Ya la industria arrastra seis meses de contracción. La tasa de desempleo abierto alcanzó en noviembre el 4.5 por ciento, el nivel más alto desde 2000. Una baja en los intereses ayudaría a evitar o a suavizar la recesión.

Pero además de las razones humanitarias o económicas, hay una consideración política que de manera soterrada parece estar guiando la ofensiva contra la política monetaria del Banco de México. En julio de 2009 habrá elecciones federales en nuestro país: se renovarán la Cámara de Diputados y un amplio número de Gobiernos y congresos locales. Y la experiencia nos dice que un partido en el poder difícilmente puede ganar una elección en medio de una recesión.

Las razones del Banco de México, sin embargo, son más sólidas. Estados Unidos está sufriendo una deflación. Los precios al consumidor en nuestro vecino del Norte bajaron 1.7 por ciento en noviembre, la caída más fuerte desde 1947. Aun con tasa cero, los tipos de interés de Estados Unidos resultan positivos en términos reales debido a que son superiores a esa tasa de deflación. En México, en cambio, tenemos a noviembre una inflación de 6.23 por ciento (contra un objetivo del 3 por ciento) por lo que la tasa de interés no parece exagerada. De hecho, se trata de una tasa real de apenas dos puntos porcentuales sobre la inflación, bastante baja si consideramos la historia financiera de nuestro país.

¿Qué pasaría si el Banco de México cediera ante la presión del Gobierno Federal y bajara la tasa de interés en este momento? El primer resultado sería, probablemente, una devaluación del peso frente al dólar, adicional a la de 35 por ciento que ya se ha registrado. Esto aumentaría la presión inflacionaria y pondría a muchas empresas al borde de la quiebra. El Banco de México está actuando así, a mi juicio, con la racionalidad a la que obliga el momento.

¿Cuándo podrán bajar de manera razonable las tasas de interés en México? Lo más probable es que el año que viene. La inflación debe ya empezar a descender entonces, a menos de que el Gobierno continúe subiendo los precios de los energéticos por encima de las cotizaciones internacionales. Lo curioso es que el Gobierno exige al Banco de México que baje las tasas de interés, pero esconde el hecho de que, al subir los precios de los energéticos por arriba de las cotizaciones internacionales, se ha convertido en una de las principales causas de la inflación en nuestro país.

La lucha contra el Banco de México tiene implicaciones políticas de otro orden. A fines de este mes de diciembre Everardo Elizondo dejará el cargo de subgobernador. El presidente Calderón tratará de imponer a un subgobernador cercano a él y preparar un reemplazo para Ortiz, quien concluirá su actual período como gobernador en diciembre de 2009 (no veo que el presidente Calderón lo nomine nuevamente). Estamos viendo así reminiscencias de un conflicto ocurrido hace 10 años. En 1998 Calderón, entonces coordinador de los diputados panistas, exigió la renuncia de Ortiz del Banco de México como condición para que los panistas aceptaran la absorción de deuda del Fobaproa por el IPAB. Ortiz se negó a renunciar y el entonces presidente Ernesto Zedillo respetó la autonomía de la institución.

Hoy me parece lamentable que el presidente Calderón esté buscando construir un Banco de México más dócil al Gobierno. Esta subordinación no será nunca positiva para el país. Una de los grandes avances que México logró en 1994 fue precisamente la autonomía del banco central. Si el presidente Calderón logra obtener un mayor control sobre el Banco de México, tendremos una economía menos preparada institucionalmente para salir adelante de las tormentas financieras que están azotando al mundo.

DEL LECTOR

En mi artículo “Automotrices” del 15 de diciembre señalé que el Gobierno de los Estados Unidos ha comprometido “más de un billón (un millón de millones) de dólares” para el rescate de las instituciones financieras. Jorge Riquejo, de Dallas, Texas, objeta: “La última vez que busqué la definición de ‘billion’ ésta era ‘mil millones’. La de un ‘trillion’ es ‘mil billones’.” Otros correos se referían al mismo tema. En español, sin embargo, un billón es siempre un millón de millones. En Estados Unidos, efectivamente, “one billion” equivale a mil millones y muchos periodistas y especialistas mexicanos usan incorrectamente la palabra “billón” por imitación. Curiosamente, en el inglés británico “one billion” es también mil millones, aunque el uso estadounidense se ha expandido igualmente en el Reino Unido.

www.sergiosarmiento.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 402666

elsiglo.mx