“A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han realizado el trabajo, es el cochero el que recibe la propina”.
Daphne du Maurier
Manlio Fabio Beltrones, el coordinador de los senadores del PRI, bien puede estar satisfecho de la reforma electoral que ha sido ya publicada y que ha entrado en vigor. Él ha sido, después de todo, su gran y exitoso impulsor. Este esfuerzo lo ha colocado en una extraña alianza con fuerzas que se precian de ser progresistas y que terminarán siendo las grandes perdedoras del proceso. Lo más curioso del caso es que el sonorense logró una reforma hecha precisamente para beneficiar sus ambiciones personales sin que nadie se haya dado cuenta realmente de para quién ha trabajado.
Desde que consiguió convertirse en el coordinador de los senadores del PRI, Beltrones no ocultó su propósito de promover lo que llamó una “reforma del Estado”. El objetivo fundamental era cambiar la legislación electoral para mejorar sus posibilidades de convertirse en un candidato viable para los comicios presidenciales de 2012. Como veía que las cosas no se movían, logró algo inaudito: la aprobación de una iniciativa que imponía plazos para la promulgación de esa reforma electoral.
¿Por qué se interesaba tanto Beltrones en esa reforma? Porque quería cambiar las reglas para facilitar sus propias ambiciones. Manlio Fabio no cuenta con grandes recursos personales o gubernamentales o con un atractivo personal que pueda desplegarse ante las cámaras de televisión para aspirar a la candidatura del PRI. Dos de sus principales rivales en el camino a la candidatura presidencial priista, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto y el de Sonora, Eduardo Bours, tienen tanto el dinero como la presencia física que a él le faltan. Con las nuevas reglas, sin embargo, ya nadie podrá comprar tiempos en los medios. Los aspirantes y los candidatos tendrán que limitarse a los tiempos que repartan el partido y el IFE. Y esto lo beneficia a él de manera muy significativa.
Manlio Fabio tenía también otra debilidad importante. Si bien nunca se comprobaron las acusaciones en su contra por presuntos vínculos con el narcotráfico que la DEA de Estados Unidos logró colocar en un artículo del New York Times en los años ochenta, no hay duda de que con las antiguas reglas electorales estas acusaciones habrían sido reiteradas en la campaña. Ya el ex presidente Vicente Fox las ventiló cuando se sintió agredido por Beltrones. La nueva ley electoral, sin embargo, prohíbe las “campañas negativas” y se convierte en un enorme obstáculo para que se le lancen nuevamente estas acusaciones.
Beltrones es, por otra parte, un político especialmente hábil en las negociaciones con grupos políticos. En la Cámara de Diputados, durante el sexenio de Vicente Fox, pudo no sólo contrarrestar el poder –nunca despreciable— de la maestra Elba Esther Gordillo sino expulsarla de la coordinación parlamentaria, de la Cámara de Diputados y posteriormente del PRI. Las nuevas reglas, que limitan severamente el acceso a los medios de comunicación, están hechas precisamente para favorecer a los candidatos que sepan maniobrar debajo del agua y lograr el apoyo de los líderes políticos aunque tengan poco atractivo ante el público en general. La falta de acceso a los medios convierte a Beltrones en el único aspirante a la candidatura presidencial del PRI con una proyección realmente nacional. Los gobernadores pueden promover sus candidaturas, pero sólo en sus estados.
Lo sorprendente es que Beltrones haya logrado modificar las reglas como lo hizo ante la impotencia o la ceguera de quienes serán sus rivales políticos. Los gobernadores, entre ellos Peña Nieto y Bours, simplemente no pudieron meter las manos. El único gobernador que ofreció alguna resistencia fue Humberto Moreira de Coahuila, pero más por influencia de la maestra Elba Esther, a la que le sigue siendo leal, que por ambición propia para postularse a la Presidencia de la República. Los perredistas, deseosos de castigar a los medios de comunicación y a los consejeros del IFE por agravios reales o imaginarios en las elecciones de 2006, estuvieron de acuerdo con la reforma a cambio de lograr este castigo. Los panistas, con la presión del presidente Calderón para obtener la reforma fiscal, no se dieron cuenta siquiera de lo que estaban votando.
Manlio Fabio Beltrones tiene buenas razones para estar satisfecho. Su apuesta a una “reforma del Estado”, que se basaba en esta reforma electoral a modo y que no tocaba los temas fundamentales como la reelección de legisladores, le ha salido sorprendentemente bien. Muy poca gente se ha dado cuenta de que esta reforma electoral ha sido parte de su proyecto personal. Por eso, a pesar de no tener dinero o una base política amplia, como algunos de sus rivales, hoy se encuentra entre los favoritos para conseguir la candidatura del PRI a la Presidencia de la República.
LA PROTESTA
Miles de activistas políticos marcharán hoy en el centro de la Ciudad de México en protesta por el TLC, un acuerdo que ha generado más producción en el campo mexicano, que ha aumentado las exportaciones y que ha permitido importar maíz amarillo, sorgo y soya —que no se producen en México— para forraje, lo cual ha fortalecido la producción de ganado, aves de corral y huevo. ¿Qué quieren los líderes de estos grupos políticos? Más dinero del Gobierno. Y para obtenerlo, están dispuestos a paralizar la Ciudad de México ante unas autoridades capitalinas cómplices o incompetentes.