Marcelo Ebrard y López Obrador no pueden vivir políticamente el uno sin el otro. No son aliados incondicionales, no piensan siempre igual y a más tardar en el 2011 tendrán que chocar; a ver quién gana, pero mientras, se necesitan.
Ebrard no tiene el control de los hilos de la ciudad, cuya Administración encabeza, y López Obrador no tiene dinero. En cambio, los Bejaranos, Padiernas, Batres y demás fieles a Andrés Manuel son quienes lideran a los grupos sociales capaces de poner en jaque al DF y por las finanzas informales del Gobierno de Marcelo circulan billetes de policías auxiliares, basureros y ambulantes.
El intercambio es casi automático: López Obrador vende la gobernabilidad de la metrópoli y recibe de Ebrard el financiamiento que mantiene vivo su movimiento. Mientras, ambos hacen hasta lo imposible por dejar de ser codependientes: Andrés Manuel busca recursos propios (hacerse de la dirigencia del PRD, sería un buen ejemplo) y Marcelo teje sus propias redes políticas.
Ninguno lo ha conseguido plenamente. Por necesidad, más que por afinidad o coincidencia, se respetan: no pudo ser más tenue el deslinde de Ebrard al rechazo final a la reforma energética que planteó el tabasqueño y no pudo ser más callado el reclamo de López Obrador.
A Marcelo, para sus intenciones presidenciales en el 2012, no le conviene un PRD fracturado, que quede con 8 o 10 por ciento del electorado. Con esa base nadie llega a Los Pinos.
Para reconstruir y mantener unido al PRD hace falta dinero. Un presupuesto que emane del Gobierno del DF se vuelve imprescindible. Esa es la fortaleza de Ebrard y con ella mantiene interlocución con ambos bandos “Chuchos” y “Pejes”.
Viene un nuevo riesgo de fractura perredista por el reparto de candidaturas al 2009. A este partido le va a ir muy mal en la elección del próximo año, la factura la tendrá que pagar AMLO y luego se tendrá que medir contra Ebrard por la candidatura presidencial de 2012.
Los de un lado dicen que Ebrard puede esperar al 2018 porque está joven. Los del otro señalan que un pacto Marcelo-Andrés puede darle al capitalino la candidatura a cambio de que mantenga al tabasqueño como referencia moral de su triunfo –foto al lado de la de Juárez, citas en discursos, párrafos en libros de texto–. La candidatura, pues, a cambio de la historia.
A ver si no se les olvida, exhaustos en su contienda interna, que además tienen que ganarle al PRI y al PAN.