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Marín suertudo

Plaza pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Cuando se encuentren hoy para festejar la victoria mexicana sobre las fuerzas francesas, el presidente Felipe Calderón podrá ratificar al gobernador Mario Marín que “su asunto” quedó bien resuelto en la Procuraduría General de la República: no sólo él, sino tampoco su ex procuradora Blanca Laura Villena serán llevados ante la justicia. Sólo funcionarios de bajo nivel y agentes judiciales serán consignados ante la justicia local con cargos fácilmente eludibles. Y el amigo y patrocinador del Gober Precioso, el autor de su mote imperecedero, Kamel Nacif será acusado de tal forma que fácilmente eluda cualquier riesgo de sanción penal por haberse coludido con Marín para agredir a la periodista Lydia Cacho, que anteayer recibió en Mozambique el premio de periodismo de la UNESCO. Ya un juez federal se declaró incompetente, y ante la judicatura local, en Quintana Roo, será más fácil tramitar que, por delitos que no son considerados graves, el proceso pueda ser seguido en libertad por el Rey de la Mezclilla.

Dos años enteros —¡una eternidad que debería escandalizar a una sociedad que fuera menos insensible que la nuestra a la manipulación de la justicia!— duró la averiguación previa surgida de la denuncia presentada en marzo de 2006 por la periodista hoy laureada, entonces todavía bajo el efecto atroz de las maniobras que buscaron castigarla por su trabajo sobre pederastia y pornografía infantil en que Nacif aparece involucrado merced a su relación con Jean Succar Kuri, sometido a diversos procedimientos penales relacionados con el abuso y el comercio sexual infantil. Sólo al cabo de 25 meses la PGR ha solicitado órdenes de aprehensión y no se preocupa por que a su vez algunos jueces sean tan morosos como ella misma en llevar adelante el procedimiento penal. Todo parece estar convenido.

Marín no sólo está a salvo sino que se mueve con libertad en los espacios políticos nacionales, como si no le pesara al menos la sanción social de que en un lejano momento formó parte un airado pedido de quien hace 26 meses era candidato presidencial panista y hoy despacha en Los Pinos. Calderón demandó en febrero de 2006, en un gesto retórico de campaña, juicio político contra el gobernador poblano con quien ahora está “a partir un piñón”.

El “Gober Precioso” contó, hace quince días, en una extraña nómina de invitados especiales con el rector de la Universidad de Guadalajara, Carlos Briceño, a su primer informe de labores, el 17 de abril. La inconformidad que un sector de la sociedad jalisciense, al que no es ajena la universidad estatal, mostró de muchas maneras por la dádiva de 90 millones de pesos del gobernador Emilio González Márquez, al cardenal Juan Sandoval, no fue óbice para que el rector Briceño los incluyera entre sus invitados especiales. Se codearon así con gobernadores de entidades limítrofes con Jalisco: Amalia García, de Zacatecas; Ney González, de Nayarit; Silverio Cavazos, de Colima. La invitación a quien ejerce el Poder Ejecutivo en los estados vecinos es práctica proveniente del sistema priista y la ejercían los gobernadores, no quienes rigen a una universidad. Y menos se había visto, hasta donde mis informes y memoria alcanzan, que se convidara a un político cuyo estado no tiene lindero con Jalisco y que estuviera tan desprestigiado como Marín. A falta de una circunstancia mejor, la única explicación posible de la presencia del “Gober Precioso” en la fiesta universitaria de Briceño es el nexo espiritual que Goethe llamó afinidades electivas. Ese es un asunto que el grupo político que controla la UdG deberá encarar y por lo menos explicar.

Por lo que a Marín toca, se las arregla para permanecer al margen de escándalos en que estaría directamente involucrado, de no ser por el férreo (y oneroso) control que ejerce sobre los medios. Salió indemne de la detención y procesamiento, actualmente en curso, del alcalde de Izúcar de Matamoros, Rubén Gil Campos, a cuya selección como candidato y posterior elección no fue ajeno el gobernador. Marín y Gil fueron presentados en California por Carlos Olamendi, que luego sería representante del “Precioso” ante los mexicanos en aquella entidad. Es muy probable que el millonario poblano hiciera aportaciones a la campaña de Marín y que en contrapartida esperara favores políticos, como Nacif, que estaba en el mismo caso.

Llegó el momento en julio de 2006. El aspirante más fuerte, según la encuestas, a la alcaldía de Izúcar de Matamoros recibió en el comité estatal del PRI, encabezado por un valido de Marín, Valentín Meneses, su constancia de candidato. Apenas en lo que volvía a la ciudad que se ilusionaba en gobernar, recibió un llamado de Meneses, hasta poco antes vocero del “Precioso”, quien le dijo que siempre no. Fue imposible resistir la oferta de recursos hecha por Gil Campos y él fue postulado. Había sido detenido el 21 de septiembre de 2004 por portar armas prohibidas, según reporte de la Policía capitalina. Pero la PGR no le siguió averiguación alguna, quizá en consideración de que su oficina en Izúcar se halla en un inmueble propiedad de Gil Campos.

Hace dos meses el alcalde matamorense fue detenido en Los Ángeles, acusado de narcotráfico, y ahora lo procesa un juez en Nueva York. Mientras pudo, el Gobierno Estatal negó la aprehensión de Gil Campos y sostuvo su versión de que había viajado a California a atenderse de una enfermedad. Se comprobará la influencia del procesado ante Marín si su cuñado Arturo Herrera Velázquez asume hoy la presidencia municipal.

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