Hasta antes del lunes 13 de octubre estuvieron en pleno furor los blogs y los web-sites donde se hacían aproximaciones acerca de quién sería honrado con el premio Nobel de Economía 2008. Participe en algunos con una predicción sumamente modesta, casi una obviedad. Afírme que no lo ganaría ningún economista purista del libre mercado, ningún teórico del riesgo moral, y menos algún estudioso de sofisticados instrumentos financieros.
¿Por qué? Porque son los temas controversiales hoy. El libre mercado asigna eficientemente el capital según expectativas de rendimientos, pero no siempre lo hace según parámetros de exposición al riesgo. Los multimillonarios rescates bancarios mundiales son el refinamiento de la democratización de las pérdidas versus la privatización de las ganancias, Ahhh, y los instrumentos derivados; algunos ya dicen que son “cosa del diablo”.
Me dio mucho gusto que el ganador fuese el profesor de economía en Princeton, y columnista en The New York Times, Paul Krugman. Teórico del libre comercio y de la geografía del crecimiento económico. Un economista de apenas 55 años, que desde hace años se ha distinguido por sus atinadas críticas al modelo económico del Presidente Bush. ¡Enhorabuena doctor Krugman!
La geografía del crecimiento económico intenta, entre muchas otras, responder a la pregunta de porqué algunos países, regiones, e incluso ciudades se desarrollan mas que otras, y cuáles serían los factores que impulsan dicha prosperidad.
Son bastante conocidas, y recurrentemente utilizadas entre comentaristas económicos las teorías de las ventajas comparativas o competitivas, los encadenamientos productivos, los agrupamientos (clúster) de sectores industriales, la economía del conocimiento, la ventaja de las tecnologías informáticas, el enfoque de la formación de capital humano, y el factor gobernanza.
Pero existe un enfoque moderno, no supletorio, pero sí complementario. Académicos como Richard Florida de la Universidad de Toronto, y Elizabeth Currid de la Universidad de California han profundizado sobre la bautizada “Economía Cultural”.
Reconocido por su premonitoria frase “En el futuro todas las personas serán mundialmente famosas por 15 minutos”, Andy Warhol fue también pionero en concebir que las manifestaciones artísticas pueden triunfar económicamente.
Es la economía según Warhol. Donde el arte, la música, la literatura, y el teatro son, (¡por fin!) dimensionados como potentes impulsores del crecimiento económico, la vanguardia social, y la calidad de vida urbana.
¿Cuánto aporta la industria cultural a la economía de una ciudad? El primer estudio riguroso (Zúrich 1984) demostró que las letras, el teatro, y el museo de dicha urbe, devolvían directamente a las arcas municipales cantidades mayores que los montos subvencionados. Generando millones de dólares en salarios, derechos de autor, turismo, regalías, comercio, alquileres, e impuestos.
A su vez, el Banco Interamericano de Desarrollo, organismo que apenas una década atrás no tenía demasiado acercamiento a los temas de la cultura, afirma ya que: “Las industrias culturales tienen una función fundamental en el crecimiento económico, en la creación de los imaginarios individuales y de las identidades colectivas, y constituyen uno de los vectores principales de expresión y diálogo entre las regiones.
Para la UNESCO, las cifras del año 2000 en el sector de las industrias culturales, indicaban que éste era uno de los de mayor crecimiento a escala mundial. Pues su facturación habría alcanzado en dicho período la suma de 831 mil millones de dólares, previéndose, además, que la misma se elevaría en 2008, a 1,3 billones de dólares, lo que supone un crecimiento compuesto de 7.2% anual.
Y esto no es teoría. Una simple página de muestra. Sin reserva anticipada, encuentre una habitación de hotel, un asiento en cualquier vuelo, o una mesa de restaurant en Guadalajara durante la Feria Internacional del Libro. Imposible.
Vale también mencionar aquí la organización, seriedad, y concurrencia que tuvo la reciente Feria del Libro en Saltillo.
Somos afortunados. En los bunkers culturales como Guadalajara, el Distrito Federal, Monterrey, e incluso en los cerrados circuitos internacionales; la región lagunera mantiene digna presencia gracias a intelectuales como Francisco Amparan, Jaime Muñoz Vargas, Gilberto Prado, Saúl Rosales, Edgar Salinas, Carlos Castañón, y Sergio Antonio Corona, entre otros.
Quizás es hora que nuestros gobiernos regionales acaben con el paradigma de la cultura como “moñote rojo” y que evidencien el mayor compromiso para apoyar decididamente este rentable motor del crecimiento económico, e impulsor de la visibilidad regional.
Heriberto Ramos Hernández
haramos67@hotmail.com
