Un lector que solicita el anonimato, seguramente dedicado a la enseñanza, nos envía una nota periodística relacionada con el tema de la ética, el civismo y la civilidad abordado en la entrega precedente de esta columna, más la sugestión de que la reproduzcamos para su difusión. Se trata de un recorte de periódico con la información de Martha Martínez publicada en “El País” con fecha jueves 28 de febrero de este año.
La información periodística justifica que intentemos comentarla con nuestros lectores, pues menciona varios aspectos complementarios al tema iniciado el pasado día uno de marzo. Apoyados pues, en el dicho usual entre los historiadores de que “todo lo hacemos entre todos” procedo al refrito de su contenido en beneficio de quienes estén interesados en el asunto, a propósito del citado documento redactado en la Secretaría de Educación Pública.
Según la nota del “El País” los pormenores del civismo y de la ética que retornan a las aulas de la educación primaria, estarán contenidos con el libro de texto gratuito a partir del desarrollo de ocho competencias básicas conectadas con “la resolución pacífica de conflictos, participación social y política, respeto a las leyes y aprecio a la democracia”, según dispone el programa integral de formación ética y cívica; todo esto incluido en los planes de estudio del próximo ciclo escolar, ya que las “competencias básicas” corresponden a la enseñanza secundaria, lo cual garantiza la continuidad de esta estrategia.
Destaca la primera competencia con la autodeterminación y cuidado de sí mismo; éste objetivo se buscará para que “los alumnos aprendan a identificar sus emociones, manejarlas de manera constructiva y enfrentar las dificultades que se les presenten conscientes de sus valores, fortalezas y debilidades”.
El orden en que se manejan las competencias básicas va de lo individual a lo social; y así pues “la segunda (competencia) concierne a la autorregulación y ejercicio responsable de la libertad, a la que sigue (tercera competencia) el respeto y valoración de la diversidad para que “los estudiantes conozcan y desarrollen el valor de la tolerancia, sean capaces de escuchar opiniones diferentes a las suyas y, sobre todo, devengan capaces de respetar las mismas”.
La cuarta competencia se encamina “al desarrollo del sentido de pertenencia a la comunidad, la nación y la humanidad”. El objetivo busca que los menores conozcan sus derechos y obligaciones como mexicanos miembros de distintas instituciones y comunidades, y reconozcan el valor de la participación como herramienta para ejercerlas”.
El manejo y solución de conflictos es una de las aptitudes más importantes por desarrollar, “ya que a través de ella se pretende motivar a los alumnos a que privilegien el diálogo, que actúen de manera positiva frente a los fenómenos de la sociedad y mantengan una actitud respetuosa a las diferencias y diversidad de creencias, valores, ideas y prácticas sociales”.
“El apego a la legalidad y sentido de justicia se incluye en el nuevo libro de texto. Su objetivo es la honestidad y el respeto a las leyes”.
Finalmente el programa “integral”, diseñado por la Secretaría de Educación Pública, apoyada por asesores del Instituto Federal Electoral y de la Comisión para prevenir la discriminación, convoca a la comprensión y estimación de la democracia. En el caso, otra finalidad, agregada al respeto a los símbolos patrios, es asumir una actitud favorable hacia el equilibrio social y la convivencia pacífica.
Tanto la SEP como los ciudadanos esperamos una actitud favorable del magisterio hacia la intención positiva de la Secretaría de Educación Pública. Déjenme decir que poco antes del anuncio hecho respecto a reposición de la Ética y el Civismo en los programas oficiales de la educación nacional, el columnista consultó el tema por teléfono a varios profesores y profesoras sobre el tema: varios de estos comentaron que no era difícil que se produjeran protestas desde la base, por la mayor carga laboral que se agregará a la docencia; que a otros les podría pesar el hecho de tener que explicar a los impúberes algunos temas abstractos y difíciles de comprender a su corta edad. Sin embargo, la mayoría coincidió en la necesidad de corregir el desafuero antes cometido al eliminar la ética y el civismo como materias educativas.
Nos alegró el resultado de nuestra corta encuesta, lo cual nos hace concebir sólidas esperanzas respecto a la utilidad de las clases que se van a reestablecer en los programas de primaria y secundaria. Nos hacen falta pues haberlos desestimado anteriormente trajo una fatal pérdida de valores para la niñez y la juventud que hicieron falta en los años críticos de la quiebra social, económica y moral mexicana de 1969 a 1982.