Los electores norteamericanos fueron claros: desean candidatos moderados y conservadores y por lo mismo el cambio de fondo que claman jóvenes y grupos progresistas tendrá que esperar a los años venideros.
Los triunfos del “Súper martes” electoral de John McCain por los republicanos y Hillary Clinton por los demócratas, indican que los votantes prefieren a figuras ya conocidas que no impliquen riesgos ideológicos ni experimentos políticos.
Barack Obama alcanzó una votación sorprendente en las primarias del martes, pero no el triunfo definitivo que anhelaban los promotores del cambio de Estados Unidos.
En el seno del partido Demócrata podríamos ver más sorpresas en las próximas semanas, pero lo cierto es que el perfil de Obama, el candidato liberal y del cambio generacional, no pudo convencer al grueso de sus correligionarios.
Incluso los hispanos votaron dos a uno por Hillary Clinton en buena medida porque desconocen a Obama y porque prefieren a una mujer con ocho años de experiencia en la Casa Blanca y con amplios conocimientos de los problemas nacionales e internacionales.
Es interesante observar que tanto McCain como Clinton son considerados como moderados al interior de sus respectivos partidos.
Para el sector duro de su partido, el senador arizonense es un republicano “light” en tanto el sector liberal demócrata considera a Hillary como conservadora. Esto refuerza la idea de que en tiempos económicos difíciles los electores optan por candidatos del centro.
El “Súper martes” revivió el entusiasmo electoral que hacía tiempo no se veía en la Unión Americana en unas primarias de esta naturaleza.
Varios sectores estadounidenses, incluyendo a un buen porcentaje de jóvenes, desea que este país cambie en serio y de fondo. Obama se presentaba como la mejor opción para sacudir a las estructuras de la sociedad norteamericana que en temas como la educación, salud e inmigración ha dado muestras de agotamiento crónico.
Los rezagos son sustanciales en diversas áreas a pesar de que Estados Unidos es la primera potencia mundial en materia económica, militar y tecnológica.
Cabe señalar que Obama, el senador afroamericano educado en Harvard y con un discurso arrollador, tiene todavía posibilidades de ganar la candidatura demócrata. Llevaba hasta el miércoles 960 delegados contra 1,045 de Hillary Clinton, una diferencia que pudiera remontar en las próximas elecciones primarias.
Pero aún cuando Obama obtenga la candidatura demócrata será muy difícil que gane la elección presidencial de noviembre por la sencilla razón de que muchos de los simpatizantes de Hillary optarán por emigrar hacia el Partido Republicano.
Visto fríamente el panorama, el senador John McCain es el virtual ganador de la candidatura republicana con amplias posibilidades de ganar el boleto para hospedarse durante cuatro años en la Casa Blanca.
Tendrá tiempo de sobra para prepararse para los comicios del primer martes de noviembre, en tanto los demócratas estarán ocupados en zanjar sus diferencias internas.
Tanto el clan Kennedy como la popular conductora Oprah Winfrey, así como el ex candidato John Kerry, además de millones de universitarios, tendrán que esperar a que soplen nuevos tiempos de cambio en la Unión Americana.
Para México la mejor opción política en estos momentos sería Hillary Clinton porque conoce bien al país y porque durante el Gobierno de su esposo se registró en lo general una relación cordial y productiva con el Gobierno mexicano.
A su vez John McCain ofrece una reforma migratoria muy atractiva, pero en materia militar, económica y comercial será una extensión del régimen de George W. Bush.
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