Incrementos mundiales en cereales y energéticos han disparado el costo de alimentos de perros, sin embargo algunos se dan el lujo de darle de comer a sus perros comida “gourmet”. (El Universal)
En plena crisis mundial de alimentos algunos se dan el lujo de darle de comer a sus mascotas pollo guisado, cordero o avestruz.
En este restaurante es posible degustar pollo, cordero y avestruz, en platillos tipo gourmet, o galletas de sólo 35 calorías; nada fuera de lo común, con la peculiaridad de que estos platillos son servidos a clientes muy selectos: los perros.
A pesar de la crisis alimentaria que se vive a nivel mundial, en el restaurante canino Bob Wow Deli los alimentos son de primera calidad, supervisados directamente por la dueña del negocio, la japonesa Miki Nakai.
Ahí no hay croquetas, “todo natural, 100% natural gourmet”, se lee en la propaganda.
A ellos, los seres de cuatro patas, se les sirve en bandejas de madera con cubiertos de plásticos y dos platos: uno hondo, para agua, y otro plano, para sushi (25 pesos), un sándwich (30 pesos) o pastel de pollo, cordero o avestruz (de 35 a 65 pesos, según tamaño).
Común y corriente
Pero quienes compran alimento para mascota han enfrentado un aumento significativo en el costo, pues durante la primera mitad del año hubo un alza de 11.70% en esos productos, de acuerdo con el Banco de México.
Y es que algunos de los ingredientes para elaborar el alimento para mascotas aumentaron su precio.
La creciente demanda de alimentos en Asia, específicamente en China e India, a principios del año, el aumento del uso de biocombustibles y la especulación financiera, dispararon los precios de los productos.
Los precios del maíz, trigo y soya subieron 50%; se encarecieron las grasas y las harinas de pollo y res. Vaya, hasta el costo de la bolsa donde se guarda, porque algunas son producidas con derivados del petróleo: en enero, el precio mundial del crudo estaba en 99 dólares y en julio llegó a 140 dólares el barril.
Además, los precios del alimento procesado para mascota varía dependiendo de dónde se compre.
Por ejemplo, una bolsa de alimento de 4 kilos cuesta 99 pesos en una tienda de autoservicio ubicada en una zona de alto poder adquisitivo. La misma bolsa en otra tienda de la misma cadena en una zona popular está hasta 10 pesos más barata.
Pero en plena crisis mundial de alimentos no todos lo resienten y unos hasta se dan el lujo de darle de comer a sus mascotas pollo guisado, cordero o avestruz cuyo kilogramo cuesta 120 a 200 pesos, dependiendo de dónde se compre.
“Primero me quedo sin comer yo que el perro”, suelta entre risas Guadalupe Silva, trabajadora doméstica de una casa ubicada en las Lomas de Chapultepec. Asegura que su patrona trata muy bien a un pastor alemán. Incluso, dice, come mejor que ella.
Nina es una perrita de la raza beagle a quien su dueña, Luz González, tuvo que combinarle sus croquetas con mollejas de pollo porque no se las quería comer. Al mes, gasta 247 pesos en un paquete de cuatro kilos más 100 pesos de mollejas, sin contar “las probaditas” que diario le da de alimentos que ella consume.
La historia del Enano y Cuca, un perrito criollo y otra beagle, es similar. Él consume croquetas y a veces cordero ya que es alérgico al pollo, cuenta su dueña Claudia Schelley. Ella gasta 900 pesos en alimento para mascotas cada dos o tres meses más galletas.
A Claudia y Luz no les preocupa mucho la crisis mundial de alimentos. Si ellas tienen qué comer, igual sus perros.
Entre el dueño y la mascota se da el fenómeno del antropomorfismo, es decir, lo trata como su fuera un humano, explica Carlos Gutiérrez Ortiz, especialista en Nutrición Animal de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
Para Gutiérrez Ortiz las mascotas son consideradas un miembro más de la familia a quienes se les manifiesta cariño en forma de alimento, “por eso hay tanto perro obeso”.
Los de abajo
Pero no a todos los canes les va bien. Otra suerte tienen 72 perros que viven el albergue de la Asociación Humanitaria Mexicana, que desde hace más de 40 años protege a canes abandonados o que deambulan por la calle, explica Brigita Jacobson, una sueca avecindada en México desde hace 40 años y quien preside esta organización.
Ahí se gasta al mes más de 5 mil pesos en una tonelada de alimento, pero en febrero su proveedor les aseguró que en la segunda mitad del año les subiría el precio, comenta Enriqueta Alba, quien ha dedicado 40 años de sus 65 de edad al cuidado de los animales.
Cuando hay casa llena, es decir, más de 100 perros, gastan hasta 10 mil pesos en alimento. Con su experiencia Enriqueta sabe que no todos los callejeros comen lo mismo.
Los que ha rescatado de Santa Fe están “gorditos”, pero los que ha traído de Chimalpa, Estado de México, están “flaquitos”.
“Lourdes” tenía tres perros y a todos les daba de comer hueso, a veces croquetas. Dos murieron hace un mes; el último pereció hace 15 días porque se le atravesó un hueso. Ella gastaba 3 pesos en cuatro kilos de hueso de res a la semana o daba sobras de comida.
A ella le da risa saber que algunos perros comen bien, incluso hasta carne de diversas especies, o que a algunos les celebran cumpleaños, como pasa en Bob Wow Deli, un restaurante gourmet para canes.
