Hay determinaciones administrativas o legislativas que son odiosas a los ojos del pueblo.
Son aquellas que aún teniendo fundamento jurídico, ofenden a la gente, por la rudeza con que se aplican.
Bien dicen, llevado al extremo, que las contribuciones en sangre y en dinero siempre son repudiadas por el pueblo. Los impuestos y la guerra están entre ellas.
Cualquier Gobierno tiene derecho a cobrar impuestos y el pagarlos es una de las obligaciones constitucionales que el texto Fundamental impone a los ciudadanos.
Pero cuando se toman medidas extremas para recaudarlos, éstas resultan ofensivas para el contribuyente.
Mencionamos lo anterior, dada la determinación del cabildo de Matamoros de utilizar las llamadas “arañas” a fin de inmovilizar los vehículos cuyos propietarios no paguen el derecho de piso en los parquímetros.
Lamentablemente tenemos que admitir que en ocasiones el ciudadano tiene que ser coaccionado a fin de que cumpla con su obligación, pero hay formas de hacerlo menos ofensivas.
Hace ya algunos años, el Gobierno del Estado intentó aplicar esa medida de inmovilización a los propietarios de vehículos que no pagaran la tenencia.
En el Congreso del Estado se dio un gran debate sobre si esa medida era jurídicamente posible o si se trataba de una arbitrariedad. La conclusión fue que era factible, pero...
Mientras eso sucedía en el interior del recinto legislativo, en el exterior se inmovilizaron varios automóviles, lo que pareció a los ojos de los diputados un acto de provocación inaudito.
Un oficioso de la Secretaría de Finanzas, había dado la orden de inmovilizar vehículos en Saltillo y los ejecutores no pararon en mientes y fueron a poner las “arañas”, hasta las puertas mismas del Congreso, lo que provocó la negativa de éste para aplicar la medida.
Lamentablemente, somos poco dados a cumplir con la ley sin necesidad de coacción. Requerimos de la amenaza o el castigo para actuar como se debe.
El Congreso, como dije, negó la orden, pero cuando le informé al secretario de Finanzas esa decisión, me dijo confidencialmente que no le importaba, pues en los días subsecuentes habían pagado su tenencia más propietarios de vehículos que los del año anterior. Con la pura amenaza se tuvo para que los incumplidos cumplieran.
Si ésa es la pretensión del municipio de Matamoros, santo y bueno. Pero si su objetivo es en verdad inmovilizar a todo aquel vehículo cuyo propietario no le ponga monedas al parquímetro, el alcalde se ganará sin duda el repudio popular.
Hay otras formas de allegarse esos recursos y no son tan ofensivas. Pues si partimos de la base que los inspectores levantan las infracciones y las dejan sobre el parabrisas, éstas pueden cobrarse cuando el contribuyente vaya a hacer algún trámite en el municipio, venda el vehículo o quiera sacarle placas.
Muchos son los filtros que se tienen a la mano y son efectivos, pero no hay por qué recurrir a un procedimiento ofensivo.
Es como cuando el Gobierno Federal ha querido recabar más impuestos recurriendo a la forma simplista de nada más aumentar el IVA.
Lo hizo Ernesto Zedillo y lo intentó hacer Vicente Fox. En ambos casos el repudio popular fue manifiesto.
A veces se pierde de vista otras formas de cobrar impuestos y se recurre a las más simples, sea por falta de imaginación o por pereza mental.
El gobernante tiene que tener la sensibilidad como para saber que tal o cual medida va a despertar la indignación popular y atemperarla o de plano no aplicarla.
Los llamados tecnócratas son muy buenos para proponer medidas impopulares, afirmando que éstas son “dolorosas, pero necesarias”, aunque el pueblo no vea la necesidad que hay de ello y sí en cambio sienta el dolor que la medida produce.
No se hagan telarañas mentales y déjense de andar proponiendo esas medidas, pues a cualquier pueblo le resultan odiosas.
Por lo demás: “Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano”.