Duele mucho cuando la vida nos hace topar con hombres y mujeres que tienen mentes fantásticas, brillantes, destacadas; y que por desgracia, no son aprovechadas ni han podido trabajar en algo donde pusieran todo su potencial.
En la mayoría de los casos, aceptan, por hambre y necesidad misma, cualquier empleo, aunque tenga la menor relación con su carrera, con lo que les guste o les motive. No es de extrañarse que muchos de éstos han envejecido en sus trabajos, con el mal carácter por la frustración de no haber podido desarrollarse en lo que tienen vocación.
No es casualidad que al acudir a ciertos establecimientos de servicio, estos empleados tengan mala atención o no puedan poner su mejor cara, pero hay que ponerse en los zapatos de éstos y entender que quizá hay algún artista, escultor, cantante, bailarina, matemático, etc., en esa persona que ahora nos atiende “de mala manera”.
Si la minoría que ha tenido el respaldo para desarrollarse en lo que realmente les gusta, pusieran de su parte para ayudar a los menos agraciados, tendríamos un mundo más sano mentalmente, porque hay que recordar que le entorno nos marca la pauta para dirigir nuestra energía, ya sea positiva o negativa y que los psicoanalistas están de acuerdo en que es ese mismo entorno lo que enloquece o vivifica a las personas.
Somos seres racionales, que nos dirigimos de acuerdo a las circunstancias, entonces, veamos como ejemplo el que: un director de empresa descubre ese potencial escondido en el que barre, quizá con su ayuda, pronto escale un puesto mejor y con preparación, que siempre he recomendado prepararse, con un libro en casa, con un documental televisado, en fin, podrán en corto plazo, alcanzar su meta.
Pongamos nuestro granito de arena y quizás algún día salgamos del letargo emocional en el que estamos y podamos, entre todos, sacar este país adelante.
