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‘Mesas de misericordia’, estandarte de la caridad

EFE

Mientras la difícil situación económica atrae a nuevos comensales a estos banquetes gratuitos, en El Cairo, el Ejecutivo y otras instituciones quieren sustituirlos para garantizar una mayor eficiencia a la hora de ayudar a los más necesitados.

Miles de egipcios rompen el ayuno propio del Ramadán en las “mesas de la misericordia”, una arraigada tradición que el Gobierno mira con recelo y que se está viendo sacudida por la crisis y una desbocada inflación.

Mientras la difícil situación económica atrae a nuevos comensales a estos banquetes gratuitos, que se cuentan por cientos sólo en El Cairo, el Ejecutivo y otras instituciones quieren sustituirlos por otras medidas que, dicen, garantizan una mayor eficiencia a la hora de ayudar a los más necesitados.

En la capital, como en el resto del país, organizaciones y particulares ofrecen convites cada tarde. Así ocurre en el acomodado barrio de Zamalek, en el que un grupo de vecinos dispone una de estas mesas desde hace tres lustros e invita a todo el que quiera.

Allí, entre hoteles y embajadas, llegan cada tarde alrededor de trescientas personas a las que espera un menú compuesto por judías, arroz, cordero y dátiles.

Uno de ellos es Hasan, natural del Alto Egipto y estudiante en El Cairo, quien explica que en años anteriores no se había sentado a estas mesas.

“Los precios están muy altos en los mercados”, subraya, por lo que cree que “esto es bueno para la gente pobre”.

Esta misma carestía de la vida, azotada por una inflación que supera el 23 por ciento, ha provocado que algunos religiosos aboguen por sustituir las “mesas de la misericordia” por donaciones dirigidas directamente a los que menos tienen.

Mustafá Darwish, estudioso del Islam y miembro de un instituto económico de la Universidad de Al Azhar, justifica esta propuesta basándose en “el tremendo aumento en el coste de los bienes de primera necesidad, especialmente el inaccesible precio de la carne”.

Además, Darwish lamenta que haya mucha gente que decida romper el ayuno en estas mesas a pesar de que no pasan estrecheces.

PROMOCIONAN LA MODERACIÓN

Por su parte, el Gobierno, en el marco de una iniciativa lanzada por la esposa del presidente, Suzanne Mubarak, ha impulsado un plan para que el dinero destinado a las mesas se entregue en forma de donaciones con las que las autoridades puedan comprar bolsas de comida.

De esta forma, defiende el Ejecutivo, se promociona la moderación y la solidaridad social en época de crisis, y además, a través del control estatal, se asegura que la comida llegue a quienes más la necesitan.

Al convite de Zamalek, por ejemplo, se sientan ancianos y mujeres acostumbrados a vender pañuelos de papel por la calle. A su lado, otros visten traje y corbata.

Minutos antes de que finalice el ayuno, el silencio lo cubre todo. En las transitadas calles vecinas, abarrotadas de coches durante el día, los vehículos y viandantes desaparecen con los últimos rayos del Sol.

El Cairo aguarda el “iftar”, el momento de volver a comer, beber y fumar.

“¡Judías, judías!”, exclaman los camareros entre las mesas con las últimas raciones preparadas por un equipo de cuatro cocineros.

“Llevamos once horas sin parar”, cuenta Mohamad, uno de los “chefs”, a las puertas de la humilde cocina en la que se ha afanado desde la mañana.

Ahmed, uno de los promotores de esta mesa, afirma que cada día sirven más de 90 kilos de arroz y 50 de cordero distribuidos en 700 raciones, de las cuales 400 son para llevar a casa.

Aquí todos están pendientes del minarete y la radio. En cuanto el canto religioso retumba en la ciudad los comensales dan un largo trago de agua y comienzan el festín.

Pero como señalan desde el Gobierno y algunos centros religiosos, no todo el que se sienta a una “mesa de la misericordia” lo necesita realmente.

“Este año viene más gente que el anterior”, asegura Ahmed, aunque en contra de lo que opinan muchos él no lo relaciona con la crisis, sino con “la calidad de la comida” que sirven en el banquete que organiza.

“Ésta es una mesa de Dios, para ricos y pobres”, subraya.

Su postura la refrenda Mustafá, un anciano que, pese a reconocer que tiene comida en casa, destaca que aquí el menú es “excelente”.

Una actitud ante la que algunos muestran abiertamente su descontento, y que puede hacer que las “mesas de la misericordia” pasen de tradicional bandera de la caridad a vieja costumbre en peligro de extinción.

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