Hace poco tiempo, un sobrino de María Shriver, esposa del Gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, la invitó a dar el discurso de graduación de su preparatoria.
“¿Por qué a mí?”, se preguntó ella. “¿Qué les podría decir yo, que sus papás o maestros no les hayan dicho?”.
“¿Quizá me invitaron porque soy esposa de Shwarzenegger? ¿O porque soy una Kennedy? ¿O porque mi papá fundó el Peace Corps y mi mamá inició las Olimpiadas Especiales? Naaaa”.
Después de pensarlo, María llega a la conclusión de que la invitaron a dar el discurso simplemente porque es famosa. Punto.
Me asombra leer en su libro Just Who You Will Be?, que un estudio realizado a adolescentes reveló que lo que más desean en este mundo, hoy, es ser famoso. ¿Por qué no? Los famosos parecen ser y estar siempre felices. A donde llegan, les tienden la alfombra roja. Se bajan de autos lujosos, asisten a muchas fiestas, son fotografiados por todas las revistas y sus vidas amorosas parecen ser perfectas. Viéndolo así, claro que los jóvenes quieren ser famosos, aunque sea por lo que dura un video en Youtube.
Sin embargo, al leer lo que María Shriver les dice a los jóvenes sobre la fama, lo que ésta representa y aparenta ser, me pareció interesante compartirlo con ustedes.
“¿Qué hace a la fama ser tan atractiva, tan deseable? ¿Qué significa en realidad? En los últimos años, hemos visto gente que se vuelve famosa, ¿por qué? ¡Por ser famosa!”, comienza. “Pero ¿qué han hecho para justificar su fama?”.
“Ellos hacen que todo se vea tan fácil, tan satisfactorio. La gente famosa parece tenerlo todo. Siempre se ven ricos. Siempre se ven delgados. Y si están gordos, estarán delgados la semana siguiente. Mas, permítanme decirles, por lo que pueda valer —y porque soy algo famosa—, que la fama no es una meta digna en la vida”.
“Es cierto, la fama te puede conseguir una buena mesa en un restaurante. Te puede concertar una cita con alguien a quien le atraiga la fama. Y, si tienes suerte, también te puede hacer rico y poderoso. Pero no importa qué tanto luzca la fama por afuera, es sólo una imagen”.
“Aunque no lo crean, la fama en sí misma no los puede hacer felices. No los hace sentir valiosos. No les puede dar una vida de significado y alegría. Eso, lo digo por experiencia, es estrictamente un trabajo interior”.
“La única forma de sentirte bien contigo mismo, de sentirte valioso, de darle un significado a tu vida, es encontrar tu propia voz, tu propio camino, seguir tu corazón y vivir tu propia vida, no una imitación de la de alguien”.
“No es fácil, porque vivimos en un mundo que parece premiar las trampas externas de la fama. Pero descubrir quién eres, encontrar lo que te apasiona, satisfacer tus propios sueños, eso sí es una meta digna en la vida. Y puedo decir que las personas más felices que conozco, famosas o no, son las que lo han logrado”.
“¡Qué fácil es para ella decirlo! Porque ya es famosa. Yo quiero sentir lo que es ser famoso, has de decir”.
“Está bien, si ése es el caso, entonces pregúntate: ¿Por qué quiero ser famoso? Cuando contestes, por favor, pon la mira muy alta. Porque puedes ser famoso por hacer algo muy grande para el mundo, que valga la pena, algo que mejore la vida”.
“Puedes usar tu fama para inspirar a la gente y darle esperanza. Más que nunca, necesitamos gente con integridad, carácter y visión. Gente que quiera guiar, que desee cambiar el mundo, que lo quiera hacer un lugar más pacífico, con esperanza, un lugar más compasivo, donde la gente se sienta aceptada y valorada por lo que es.”
¿Podremos disuadir a los jóvenes de la falta de sentido que tiene la fama por la fama? Ojalá...