“El ciudadano tiene derecho al miedo. El Estado, no”.
Héctor Aguilar Camín
OAXACA.— La ciudad ha recuperado su belleza y su hospitalidad; y cuando menos, también, una parte importante del turismo que le da su principal actividad económica y un número muy importante de empleos. Los APPOs —o los sapos, como algunos los llaman por acá— no están ya bloqueando las calles del Centro Histórico de Oaxaca. “Están en México –me dice un oaxaqueño—, viendo a ver qué tanto le sacan a [Juan Camilo] Mouriño… Por mí, que se queden allá”.
Las heridas del movimiento político de 2006, que tanto daño le hizo a la ciudad y al estado, siguen estando presentes en Oaxaca a más de un año de la liberación de la ciudad por la Policía Federal. Este fin de semana los hoteles están llenos debido a que la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, cuyo presidente saliente, Nezahualcóytl Salvatierra es oaxaqueño, ha realizado aquí su XXVI Congreso anual. Mil cien constructores han saturado los hoteles y han tenido que buscar alojamiento incluso en las casas coloniales convertidas en hoteles-boutique de unas cuantas recámaras característicos de la ciudad.
Pero el turismo, me dicen, no se ha recuperado completamente. Los estadounidenses siguen manteniéndose alejados de una ciudad cuyas imágenes de violencia le dieron la vuelta al mundo a lo largo de 2006. Recientes hechos de violencia, ahora vinculada con el tráfico de drogas, han resaltado esta visión de Oaxaca. Los europeos, siempre más aventureros, han empezado a regresar. También hay algo de turismo mexicano. Para la próxima Semana Santa las autoridades esperan una ocupación hotelera de entre el 80 y el 90 por ciento. La actividad turística, sin embargo, no ha regresado a los niveles de 2005.
Aunque todavía no hay recuperación cabal, ya las advertencias de que puede registrarse una repetición de los trágicos hechos de 2006 se han generalizado. Todos los oaxaqueños con los que he conversado me expresan, efectivamente, su temor de que a partir del próximo mes de mayo se reinicien las movilizaciones de la sección 22 del SNTE y de la APPO con el consiguiente nuevo golpe a una economía que no ha terminado todavía de sanar de las heridas generadas por los hechos de 2006.
Las condiciones para un nuevo conflicto están presentes. El SNTE y la APPO son organizaciones corporativistas, como tantas que tenemos en México, acostumbradas a obtener lo que desean de los gobiernos municipales, estatales y federal a base de amenazas, bloqueos y movilizaciones. Desde hace más de un cuarto de siglo ha sido común que las escuelas oaxaqueñas suspendan actividades en mayo para que estos grupos puedan llevar a cabo manifestaciones y plantones en busca de más dinero y beneficios de los gobiernos estatal y federal. El lamentable nivel de la educación pública en Oaxaca es en parte producto de esta tradición.
La diferencia en 2006, lo que hizo el movimiento fuera mucho peor que en años anteriores, es que el gobernador Ulises Ruiz trató de usar la fuerza pública para levantar el bloqueo que por semanas habían mantenido estas organizaciones en el Centro Histórico de Oaxaca. También se negó a continuar algunas entregas de dinero a los líderes. Esto significó un rompimiento de los usos y costumbres del estado y llevó a la ira a los dirigentes de los grupos políticos que están acostumbrados a tomar plazas y calles por el tiempo que sea necesario para obtener los recursos que exigen.
Si bien a fines de 2006 las autoridades federales se vieron obligadas a intervenir para liberar la ciudad, estos grupos movieron de inmediato sus influencias y han logrado convencer a autoridades y observadores en México y el mundo que sus acciones eran protestas legales y que el uso de la fuerza pública constituía una violación a sus derechos. Hoy se llevan a cabo investigaciones para determinar si se violaron las garantías individuales de los activistas políticos que durante meses bloquearon la ciudad. Nadie recuerda el daño a la economía de la ciudad y la pérdida de miles de empleos como consecuencia de los plantones y bloqueos.
El mensaje es inquietante. La APPO y la Sección 22 del SNTE saben que tienen las puertas abiertas para bloquear nuevamente Oaxaca. Si alguna autoridad se atreve a defender los intereses de los ciudadanos, lo hará bajo riesgo de ser investigado y procesado.
No sorprende que los oaxaqueños teman que el próximo mes de mayo se reinicie el proceso, y que la APPO y la Sección 22 vuelvan a tomar la ciudad como rehén para satisfacer sus intereses. Así son las cosas en un país como el nuestro, empeñado en destruir todo lo valioso que la naturaleza o el trabajo le han dado.
LA VENUS DE CRANACH
Una de las obras más hermosas e inquietantes del Renacimiento alemán es la Venus de Lucas Cranach, el Viejo. El pintor retrata de cuerpo completo a una joven desnuda, adornada sólo con una gargantilla, un collar y una gasa transparente. Algún censor añadió en algún momento una hoja de parra para ocultar el pubis, la cual hace mucho fue eliminada. En pleno siglo XXI, empero, el Subterráneo (Metro) de Londres ha ido más allá y ha prohibido el uso de la imagen para un anuncio de una exposición de arte. Es lamentable, pero quizá esta censura generará interés y hará que más gente acuda a la Royal Academy para ver la obra y que millones más la examinen en libros y por Internet. Entenderán así por qué la desnuda belleza de esta Venus renacentista perturbó tanto a los censores del Metro londinense.