EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Miel y hiel

Federico Reyes Heroles

Pisamos un territorio resbaloso. Los principios se mezclan con el con un mínimo de realismo. Por supuesto que la expresión negociar convoca a muchos. Siempre será mejor negociar que cualquier otra opción: perseguir, reprimir. Pero toda negociación tiene acotamientos. No se debe negociar bajo amenaza dice la conseja popular, pero seamos realistas: sólo se negocia por necesidad. No hay negociación que no sea producto del reconocimiento de los propios límites. La negociación aparece cuando las partes tienen un interés concreto. Las preguntas básicas acechan.

¿Puede el Estado mexicano acabar con el EPR? Por el número de efectivos que se le asignan a esa fuerza, pareciera que no hay duda. Pero habría costos. Podríamos estar hablando de varios cientos de alzados, dispersos en zonas de alta marginación, Oaxaca, Guerrero principalmente. Liquidar a los alzados tendría un costo militar. Pero hay otro costo. En un mundo globalizado es un mal negocio mostrar violencia interna fuera de control. La muerte siempre será una mala noticia. A diferencia del EZLN el EPR carece de base social amplia. Sin embargo, el EPR ha mostrado capacidad operativa en actos terroristas que sin duda estremecieron no al Estado, pero sí a la sociedad. Lidiar con actos terroristas mantiene al Gobierno en jaque.

¿Puede el EPR derrocar al Estado mexicano? La pregunta pareciera absurda. No. ¿Puede continuar con actos terroristas? Sí. ¿Puede mantenerse en la clandestinidad por mucho tiempo? Sí. Con una diferencia sustantiva: su presencia en la opinión pública es casi nula, eso después de muchos años de actividades. Por allí no van a ninguna parte. Además la condena popular a la violencia es generalizada. Ya lo vivimos en el 94. Por esa vía no conquistarán a un pequeño segmento de la población que les permita transitar hacia la vida institucional. Su historia les cierra les puertas. No es lo mismo los años sesenta que la primera década del siglo XXI. Las coordenadas mundiales son otras. La subversión recibe condena casi universal. No tienen la cobertura de la terrible condición indígena.

De nuevo más preguntas. El cambio en algún sentido radical de posiciones en los últimos ocho quizá diez meses -entre los actos terroristas y la propuesta de diálogo- merece explicación, ¿Qué ocurrió al interior de esa organización en apariencia acéfala o sin un liderazgo claro? ¿Cómo es posible que hoy pretendan la mediación de actores de la sociedad civil cuando en los manifiestos de hace menos de un año era claro que no creían en la vía institucional? Lo súbito desconcierta. Habría una explicación que está por allí aunque sea políticamente incorrecta: quizá el acoso militar ha sido exitoso. Las labores de Inteligencia podrían estar rindiendo frutos. De allí la necesidad de negociar. De nuevo reconocer las limitaciones, las debilidades es el primer paso. Sin acoso militar no habría interés por parte del EPR.

Ellos proponen una tregua, la proponen después de varios meses sin actividad. ¿Estarán mermados o es simple coincidencia? El Estado mexicano no puede negociar cediendo de entrada lo que es su obligación: garantizar la seguridad de los habitantes y del patrimonio nacional. Las investigaciones sobre los actos terroristas del año pasado deben continuar. La reacción del Gobierno mexicano fue correcta. El único margen de negociación real con el EPR es la búsqueda de los responsables de los desaparecidos que fueron el motivo central –por lo menos formalmente- de las acciones violentas. Todo apunta a los laberintos del poder en Oaxaca. Allí se aventura ya que el Gobierno de Calderón no pondría en riesgo las reformas pactadas con el partido que necesariamente será su aliado, el PRI. Pero ¿será real la fuerza interna del gobernador en su partido como para impedir que las investigaciones procedan? No sería mostrar una debilidad brutal. En caso de comprobarse alguna responsabilidad por acción u omisión de una autoridad, no traería ello un costo altísimo para el PRI.

El dilema es mayor. Al Gobierno mexicano, a Calderón y su equipo, por supuesto le convendría una negociación. No hay duda. La señal hacia el mundo sería muy importante. Sobre todo si se culmina con algo permanente. Que una fuerza subversiva se desintegrara o disolviera fortalecería al Estado mexicano, a las instituciones que irán más allá de una gestión. El efecto sobre otros grupos sería considerable. El domingo pasado se pronunció otro grupo guerrillero denominado Tendencia Democrática Revolucionaria, sumándose a la tregua y exigiendo que se inicie el diálogo. Sin embargo también hay riesgos. Seamos honestos hasta ahora no hay ninguna explicación concreta de la conversión de los guerrilleros terroristas en proto demócratas. Salvo, de nuevo, el éxito del acoso militar. Si el Estado cede podría terminar como el bobo de la historia. La señal sería terrible.

El lector se preguntará con razón, cuáles son los límites, hasta dónde ir. Ya decía Mirabeau que se pueden hacer muchas cosas con las bayonetas, menos sentarse en ellas. En los procesos de desintegración y absorción de grupos subversivos que han resultado exitosos se ha aplicado la doble fórmula de miel y hiel. Todo lo que sea pacificación real, aceptación de las reglas, adelante. Pero en paralelo la presión no puede desaparecer. Con el EZ se cedió hasta los límites. Aquí estamos con una ley especial que obliga al diálogo, que es inexistente, una reforma legislativa que no es reconocida por el movimiento y con territorios que están fuera de control.

La oportunidad quizá esté allí. Los principios obligan. Dialogar si es ello posible. Pero no caer en el engaño de la conversión.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 349244

elsiglo.mx