Durango

Miles veneran al obispo José de la Soledad

La muchedumbre recuerda con cariño al obispo José de la Soledad.

La muchedumbre recuerda con cariño al obispo José de la Soledad.

El Siglo de Durango

EL SALTO, P.N., DGO.- Miles de fieles católicos durante todo el día de ayer arribaron a la ermita construida en honor del primer obispo mártir de México, José de la Soledad Torres Castañeda, a 41 años de haber sido asesinado cuando viajaba por la carretera Durango-Mazatlán.

La ermita se encuentra en el lugar donde asesinaron al Obispo, a la altura del kilómetro 157 de la carretera Durango-Mazatlán.

Actualmente se realizan misas cada primer domingo del mes de marzo y mucha gente acude a este lugar a bautizar a sus hijos o para que hagan su primera comunión.

Personas de diversos estados de la República visitan este lugar para agradecer los milagros que este Obispo ha hecho después de fallecido; por eso, alrededor de la que fue su tumba por un tiempo, se pueden observar retablos de personas de toda la República Mexicana y Pueblo Nuevo.

El clima de ayer muy de mañana fue benévolo; más tarde, como a eso de las 12:00 horas, comenzó a soplar el viento que levantaba algo de polvo, el cual no impidió que el lugar donde fue asesinado José de la Soledad se llenara de visitantes.

RECUERDOS

A finales de febrero de 1967, el entonces obispo de la Diócesis de Ciudad Obregón Sonora Don José de la Soledad Torres Castañeda y originario de Rio Grande Zacatecas salió hacia la ciudad de Durango con el propósito de visitar a familiares que radican en esa entidad.

En su retorno a Ciudad Obregón, de donde era Obispo, se perdió, por lo que se pensó que había sufrido un accidente, pero al no encontrar indicios se pensó en el secuestro.

La inquietud de su paradero se incrementó, por lo que el Ejército, Procuraduría General de la República y civiles iniciaron su búsqueda y encontraron su automóvil y posteriormente sus restos. Lo habían asesinado.

Se cuenta que al desenterrar el cuerpo del obispo José de la Soledad, las autoridades vieron que el cuerpo no presentaba descomposición alguna a pesar de tener 20 días sepultado.

La información sobre cómo había sido asesinado indicaba varias hipótesis; una de ellas es que había sido torturado, después se le dio un balazo en la nuca y luego fue estrangulado.

Sin embargo, la Iglesia no emitió comunicado alguno, dejando toda la investigación en manos de la autoridad correspondiente.

En aquel tiempo el obispo de Mazatlán Miguel García Franco hizo revelaciones acerca de que la muerte no había sido por cuestiones políticas sino que los asesinos habían sido los enemigos de la fe. Dicen que el asesino, purgando su condena, sufría remordimientos y llamaba al obispo Santo Varón pues aun golpeado su mirada era de bondad y de perdón a su homicida.

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