Dr. Ignacio Méndez Lastra
Ha sido una conducta seguida durante muchos años en la historia de la humanidad que al inicio de cada ciclo o etapa de la vida, nos cuestionemos si el camino que estamos siguiendo en los diferentes aspectos de nuestro actuar es el correcto, bien sea para corregir, a veces para afinar o robustecer conductas y en algunos otros casos para replantear estrategias. Estos altos en la existencia, nos permiten salir más fortalecidos en la imaginación, creatividad y acción que perfilan nuestra personalidad actual.
Los que nos encontramos trabajando en un Club Rotario, en muchas ocasiones hacemos a un lado otro tipo de compromisos, por conseguir las metas del club y del Rotarismo Internacional, cumpliendo programas de tipo social, que son una garantía, ya que han sido puestos a prueba en otras naciones, siempre tratando de servir a los demás y procurando que este planeta sea un mejor lugar para vivir y convivir.
Un compañero rotario de Colombia, José Zabalaga Ortega, efectuó una interesante reflexión sobre este tópico, que encuentro muy estimulante para revisar nuestra conducta y normar nuestra actividad en el arranque de este nuevo año 2008; aquí expongo en seguida su aportación:
“Ser rotario, es ser parte de una gran familia, pero va más allá de ser parte de un cuadro social, va más allá de estar asociados a un club con nombre y apellido, va más allá de un lema que nos da la orientación de nuestras acciones, e incluso va más allá de ser parte de una de las instituciones más grandes y efectivas del planeta.
Ser rotario, es pensar, actuar, sentir, respirar, comer, dormir. En resumidas cuentas, vivir cada segundo de nuestras vidas, como un ejemplo de vida.
Es aceptar nuestras fortalezas y nuestras debilidades y ponerlas al servicio de nuestra gente, propia y extraña. Es aprender que cada día que pasa nos debemos más y más a cada uno de los seres que habita este planeta.
Es cobrar conciencia de que estamos en la obligación de devolver a la vida, todo lo que la vida nos ha dado, no importa cuán pequeños o grandes hayan sido sus dones.
Es aprender a crecer con cada uno de nuestros aciertos y con cada uno de nuestros errores.
Es entender que la senda rotaria es una senda privilegiada de servicio, y que si estamos en ella, debemos honrarla con nuestro trabajo y con nuestra entrega incondicional.
Es tender la mano, es mostrar la otra mejilla, es nacer y renacer constantemente.
Es reinventarnos periódicamente a favor de nuestros semejantes.
Es enseñar a pescar no sólo a dar pescados. Es aprender que se puede ser tan útil con tan poco. Es entender que sí se puede.
Es romper paradigmas y mostrarle a todo el mundo que cuando se quiere, se puede.
Es entender que nadie es mejor que nadie y que “Un hombre tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, sólo cuando lo ayude a levantarse”. Es luchar cotidianamente con nuestros íntimos demonios y aprender de ellos también.
Es obrar un cambio trascendental en nosotros mismos. Es empezar a creer en nosotros mismos, y más importante aún, empezar a creer en los demás.
Es aprender a amar en la más pura de las formas. Es volver a ser un niño de cinco años, sin miedo a conocer cosas nuevas, a hacer nuevos amigos, a compartir nuevas circunstancias, a estar y disfrutar de otras tierras; ser un niño sin miedo a crecer y a creer.
En resumidas cuentas “vivir mejor” y “saber vivir”.
“COMPARTAMOS ROTARY”.
nacho1948@hotmail.com