En el Potrero, por la acequia grande, pasa el agua como una larga risa de cristal. San Francisco la llamó "hermana agua" porque era poeta. Si hubiera sido campesino la habría llamado "madre". La madre agua alimenta a la tierra, y la tierra nos alimenta a todos. Madre de nuestra madre es, pues, el agua; es nuestra abuela; abuela nutricia y bondadosa.
De todas las músicas del mundo ésta es la que amo más. Si cuando corre el agua estoy oyendo música de Mozart, dejo de oír la música de Mozart para escuchar la música del agua. Es lo que estoy haciendo ahora: su clara voz entra por la ventana, colma los aposentos de la casa y llena también mis salas interiores. Suspendo la escritura para que mi tecleo no profane esta música sacra, la más hermosa música del mundo.
¡Hasta mañana!...