Don Severiano García, llamado con cariño "El Chato Severiano", era profesor de Lógica en el glorioso Ateneo Fuente de mi juventud.
Catedrático de Lógica era el Chato, pero también era maestro en el arte del sofisma, y gran cultivador de lo capcioso. Preguntaba, por ejemplo: "¿Cuántas son dos más dos por dos?". Respondía el alumno sin vacilar: "Ocho". "Estás equivocado -decretaba don Severiano con su voz de trueno-. Son seis. Dos, más dos por dos, son seis".
Con eso enseñaba el Chato que para responder bien una pregunta hay que escucharla bien. Y, si es necesario, preguntar sobre la pregunta.
Cuando la vida me plantee una interrogación no me apresuraré a contestar. Sus preguntas suelen ser rápidas e inesperadas. Mis respuestas, entonces, han de ser lentas y muy bien meditadas, para que no me diga la capciosa vida como el inolvidable Chato Severiano: "Estás equivocado".
¡Hasta mañana!...