El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor -le decía-, estoy avergonzado y triste porque ayer no tuve tiempo de rezar.
-¿Qué hiciste? -le pregunta el Señor-.
-Estuve trabajando -respondió el padre Soárez-, y procuré hacer bien mi trabajo. Luego visité a un enfermo; fui a socorrer con un poco de dinero a una mujer anciana y sola; después estuve un rato con mi madre y mis hermanos, recordando las cosas de ayer en nuestro hogar; y por la noche me encontré con unos amigos, y juntos estuvimos admirando la belleza nocturna del mundo que creaste.
Se sorprendió el Señor y dijo al padre Soárez:
-¡Pero si estuviste rezando todo el día!
¡Hasta mañana!...