Hu-Ssong le preguntó a uno de sus discípulos:
-¿Te hallas en estado de buena salud?
-Sí, maestro. No sufro más dolencias que las que podría sufrir cualquier otro hombre.
-¿Padeces hambre?
-No, maestro. Dispongo de lo necesario para vivir, y a mi mujer y a mis hijos no les falta nada de lo indispensable.
-¿Tienes paz interior, y reina en tu hogar la paz?
-Sí, maestro. A veces nublan mi cielo oscuridades de tormenta, pero después vuelve a brillar la paz.
-Bien -concluyó entonces Hu-Ssong-. Si tienes salud, y no te falta casa, vestido ni sustento, y vives en la paz, ¿entonces por qué te quejas tanto y vives diciendo: "¡Qué mal andan las cosas!”?
¡Hasta mañana!...