Cuando el periódico "Reforma" estaba en vías de gestación, Ramón Alberto Garza me dijo que sus fundadores deseaban que ese diario tuviera una columna que hablara sobre la vida cotidiana en la Ciudad de México, y me preguntó quién pensaba yo que podría escribir tales artículos.
Sin vacilar le mencioné los nombres de Ricardo Garibay y de Germán Dehesa. A ninguno de ellos conocía yo, pero los admiraba a ambos. A Garibay, por sus espléndidas novelas; a Germán, por sus programas de televisión, en los que brillaba la travesura de su ingenio.
El celebrado autor de "La Gaceta del Ángel" ha recibido un premio que lleva el nombre de quien ayer cumplió el mismo oficio de caballería andante que hoy cumple él: don Quijote. La admiración que siento por ese Charro Negro de alma blanca se ha hecho más grande con los años, pues ahora, a más del ingenio de Germán, conozco también su generosidad, su calidad humana y su bondad. Si con palabras se puede abrazar a alguien, con éstas que hoy escribo lo abrazo, y con el corazón.
¡Hasta mañana!...