Aquel hombre vio brillar una luz a lo lejos, en el horizonte.
Caminó hacia ella, pero la luz se le alejó.
Caminó más, y la luz se alejó más.
El hombre siguió caminando. Cuanto más caminaba, la luz se le alejaba más.
El hombre, sin embargo, no se daba por vencido: seguía caminando tras la luz, aunque no la podía alcanzar.
Alguien que vio aquello le preguntó:
-¿Por qué sigues buscando esa luz? Bien sabes que no podrás llegar a ella.
-Es cierto -reconoció el hombre-. Pero gracias a esa luz he caminado hasta llegar aquí.
¡Hasta mañana!...