Los incrédulos le pidieron a San Virila que hiciera algún milagro para poder creer.
-¿Qué clase de milagro quieren? -les preguntó con una sonrisa el frailecito.
-Haz que el río fluya en dirección contraria -sugirieron los incrédulos.
-Ese milagro ya lo hice -les contestó Virila-. El río fluía antes en dirección contraria a la que lleva ahora. Los padres de ustedes me pidieron que les hiciera el milagro de que el río cambiara de curso y por eso el río fluye ahora en esa dirección.
Los incrédulos se desconcertaron. Le dijeron a San Virila:
-No entendemos.
Y contestó el santo sonriendo otra vez:
-Milagro sería que entendieran.
¡Hasta mañana!...