Me habría gustado conocer a doña Elvira Gauna.
Era la yerbera del Potrero. Conocía las virtudes ocultas de las plantas: sabía cuál era útil para curar empachos; con cuál se quitaba el mal de hoguío, y administraba con parsimonia a los señores de edad madura la hierba garañona, capaz, según decía, de restituir el ánimo al más desanimado.
Mansa y pacífica era doña Elvira Gauna, pero se enojaba mucho cuando una mujer subía a la peña grande y se dejaba caer rodando desde arriba para ver si perdía lo que llevaba dentro. Cultivaba una hierba que al olerla quitaba el dolor de cabeza. Y decía: "¡Quién tuviera otra para quitar el dolor de alma!".
Me habría gustado conocer a doña Elvira Gauna. En su humildad sabía aliviar el dolor, y sabía también cuidar la vida. Entiendo que eso es lo que los médicos aprenden en la Facultad.
¡Hasta mañana!...