Yo me pregunto, Terry, si en tu sueño de eternidad me sueñas como en mi sueño efímero te sueño a veces yo. Lugar de encuentro son los sueños -esa otra vida-, y a ellos llegan los que se fueron ya. Tú vienes, amado perro mío, y te miro otra vez como antes te veía, y otra vez oigo tus ladridos en tono de júbilo mayor.
Amable presencia fuiste ayer, mi Terry, y eres ahora sombra amable. Un perro como tú nunca se vuelve olvido. Se vuelve sueño, sí. Perdóname por no saber de cierto las fronteras entre lo ya vivido y lo soñado, entre lo ya soñado y lo vivido; pero tú, que ayer fuiste la vida, eres el sueño ahora, y en ese sueño vives otra vez.
Suéñame tú también, perro querido, para que en ese sueño tuyo pueda volver también a vivir yo.
¡Hasta mañana!...