Los vítores...
Las palmas...
Las muestras de amor...
Las alabanzas...
La alegría y el entusiasmo de la gente...
Y, unos días después, el odio, el vituperio, el desprecio de la muchedumbre, y al final la muerte.
Siempre está vivo el odio del hombre contra el hombre.
Domingo de Ramos...
Y después muerte de sangre.
El drama de Jesús es drama eterno.
Se siguen repitiendo para siempre las palmas y la cruz.
¡Hasta mañana!...