San Pedro quería decirle a Jesús cuánto lo amaba.
Mucho había sufrido Jesús, y Pedro pensaba que unas palabras de afecto aliviarían su tristeza. La cena de esa noche sería una buena ocasión para expresarle su amistad.
Llegó la hora del convivio. Cuando el Señor y los discípulos estuvieron reunidos, Pedro habló de las cosas de todos los días. Algo quiso decir después de que el Maestro distribuyó el pan y el vino entre ellos, y también cuando ya se despedían. Entonces el Maestro clavó en él la mirada, como si esperara que alguna palabra saliera de sus labios. Sin embargo Pedro tuvo miedo de parecer sentimental, y nada dijo.
-Al fin y al cabo -iba pensando al regresar a casa- esta no es la última cena. Muchas otras habrá después de ésta.
¡Hasta mañana!....