Las mariposas, Terry, son colores que vuelan.
Perro niño, ibas tras ellas y saltabas para alcanzar su vuelo. Huían las leves sombras coloridas, y las mirabas con asombro ir por el viento mientras quedabas tú en la tierra sin poder volar.
Y es que no tenías alas, Terry. Estabas atado al polvo, como yo. Pero ahora tienes tus alas ya, alas de perro arcángel, y vuelas por los cielos de Dios como una mariposa con orejas de cocker spaniel, igual que vuelan las vacas en las pinturas de Chagall.
Sigue volando, Terry. También los perros tienen derecho a alzar el vuelo. Ven con tus alas a mi sueños, y deja en ellos el eco de tu ladrido jubiloso. Quizá en mis sueños volaré también -en el sueño todos podemos volar-, e iré contigo por los cielos, y para nosotros será el infinito un gran jardín en donde jugaremos para siempre con Dios, con las mariposas y con las vacas de Chagall.
¡Hasta mañana!...
