El escritor dudaba. Los escritores siempre dudan; la duda es parte de su oficio, y es parte también de su tortura.
Escribía una frase el escritor y la tachaba. Escribía otra y la volvía a tachar. Diez frases escribió; tachó diez frases. Después escribió otra. En eso llegó un crítico. Le preguntó:
-¿Qué haces?
Respondió el escritor:
-Trato de hacer una novela.
-Y ¿avanzas?
| -No mucho. He escrito sólo la primera frase: "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...".
Opinó el crítico:
-Un lugar es una aldea sin importancia. La Mancha no es un sitio con atractivo literario. Y eso de que no quieres recordar el nombre suena muy poco convincente. Nada bueno, te lo aseguro, saldrá de eso.
El escritor no hizo caso de la crítica. (Eso es lo mejor que puede hacer un escritor). Y ya ven.
¡Hasta mañana!...
