El incrédulo le dijo a San Virila:
-Haz un milagro. Mueve esa montaña.
Respondió el santo:
-La montaña está bien en su lugar.
Pidió el hombre:
-Haz que el río fluya en dirección contraria.
Y contestó San Virila:
-El río fluye en dirección correcta: va hacia el mar.
-Entonces -declaró el hombre- ya no voy a creer en los milagros.
-Debes creer en ellos -le dijo San Virila-. El mayor milagro es que las cosas sean como son.
¡Hasta mañana!...