Ambroise Duvierge era escultor. Se le conoció con el nombre de "El maestro de Laon" porque, según cierta tradición, fue él quien talló las imágenes del pórtico en la espléndida catedral de esa ciudad.
Al llegar a los 20 años de edad Ambroise estaba ya en plena posesión de su arte. Labró en madera policromada una estatua yacente de la infantina de Nevers, que murió siendo niña. Cuando los padres de ella vieron la escultura bajaron la voz sin darse cuenta, para no despertar a la pequeña.
Un día anunció Ambroise: "Voy a hacer la imagen de Dios". Esas palabras escandalizaron. "A Dios nadie lo vio jamás" -le recordó, ceñudo, el arcipreste Dracon, repitiendo la frase de San Juan.
Pocos meses después la esposa de Ambroise dio a luz un hijo. Lo levantó en alto el escultor y dijo con reverencia: "Ésta es la imagen".
¡Hasta mañana!...