El padre Soárez charlaba con el Cristo de su Iglesia.
-Señor -le preguntó-. ¿Por qué era tan riguroso el Dios del Antiguo Testamento?
-Bueno -sonrió Jesús-. En ese tiempo papá estaba enojado. Pero luego se le pasó el disgusto y me envió a ustedes con una buena nueva: el amor.
-Entonces -volvió a preguntar el padre Soárez- ¿qué diferencia hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento?
-En el Antiguo -respondió Jesús- decía el Deuteronomio: “Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas”. En el Nuevo Testamento yo digo: “El Señor te ama con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas”.
El padre Soárez entendió lo que le decía Jesús: en la vida -y Dios es la vida- todo es cuestión de amor.
¡Hasta mañana!...