Los poetas son seres enviados por Dios para curar de ceguera a los humanos.
La poesía es una gracia infusa, un don puesto en el alma por la divinidad. No se alcanza: se recibe. Quienes han merecido tal bautismo participan al mismo tiempo de la locura y de la santidad que hay en la poesía, esa otra cara que la teología tiene.
Enriqueta Ochoa es poeta. Lo fue seguramente desde antes de encontrar la poesía, desde antes de escribirla; y lo será hasta el día del último poema. Su vida (es decir su poesía) y su poesía (es decir su vida) han hecho en nosotros el milagro de la belleza.
Esta poeta es coahuilense y nos ha dado orgullo a quienes somos y estamos hechos de su tierra. De Enriqueta Ochoa seguirá naciendo la poesía con la misma prodigiosa sencillez con que nace el hijo de la madre, o de los árboles el viento. Nos seguirá mostrando lo sagrado que en las cosas hay. Ahora le digo gracias, a ella, que es dueña de la gracia.
¡Hasta mañana!...