Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que va en avión y hay tormenta eléctrica, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-La manifestación más plena del amor es el amor entre el hombre y la mujer. Lo digo porque ese amor es, entre todos, el único capaz de perpetuar la vida. Y el fin esencial y primario del amor es hacer que la vida continúe.
Siguió diciendo Jean Cusset:
-Todas las demás formas del amor: el amor a la patria; el amor de los padres, de los hijos, de los hermanos y de los amigos; incluso el amor a Dios, son sólo metáforas de aquel amor, el amor que da la vida. Ese amor es sagrado. Quien lo sienta y se niegue a él, o lo degrade, está cometiendo pecado mortal contra la vida.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...