Cuando llegó a la mitad de su vida John Dee hizo un alto en el camino. Había escrito una veintena de libros acerca de Dios y de los hombres. Por ellos y por su cátedra era considerado una cumbre del pensamiento, igual casi en sabiduría a Aristóteles o San Agustín.
Sucedió, sin embargo, que el filósofo se enamoró. Y en el preciso instante en que el amor nació en su corazón todas las páginas de sus libros se borraron; quedaron absolutamente en blanco.
A la gente le causó admiración aquel prodigio, pero Dee lo miró con naturalidad, y comentó:
-Esto se explica porque todo lo que hasta ahora había pensado era mentira. La primera verdad que hay en mi vida es lo que ahora siento.
Fue luego con su mujer y le dijo:
-Borraste todo lo falso que había en mí. A ti, que eres verdad, nadie nunca te podrá borrar.
¡Hasta mañana!...