RECUERDO ESCRITO A LA MANERA DE GONZÁLEZ LEÓN
Olorosa a piano y a misal,
en una mano llevaba un solfeo y en la otra mano un chal.
Una tarde lluviosa,
sonriéndose, dio un giro veloz de mariposa;
y en sus piernas, erguidas blancas rosas
descubiertas al vuelo del vestido,
dejé mi amor prendido
como una colegiala ruborosa.
Nunca le hablé, porque pensaba en ella
como pensó el Quijote en Dulcinea;
pero en las hojas de mi catecismo
escribía con grave misticismo
las letras de su nombre...
Yo era un niño, y ella era una flor primaveral,
con ojos de gacela, y aromada de piano y de misal.
¡Hasta mañana!...