Estás conmigo, Terry, aunque no estés aquí. Un perro como tú no deja nunca a su amo: lo sigue acompañando aún después de la muerte. Oigo ladrar a un perro y recuerdo tu ladrido; veo un cachorro y vuelvo a verte a ti cuando eras pequeñito.
A veces la gente me pregunta por qué no me consigo otro perro. Si lo tuviera no sería justo para él, pues buscaría yo que fuera como tú, y cada perro es como es.
Sigues en nuestra casa, Terry. Jamás te has ido de ella. Te veo en el invierno junto a la chimenea; te miro ahora jugando con la sombra de las mariposas en el jardín, y cuidando de que no baje el gato que pasa sobre el muro.
Aunque no estés, estás. Y estarás siempre, incluso cuando ya no esté yo.
¡Hasta mañana!...