Las palabras son seres vivos, y tienen biografía. Nacen, se reproducen y mueren, igual que las mujeres y los hombres que cumplen sobre la tierra su misión.
Un avión, por ejemplo, aterriza, no "aterra". Pero si desciende sobre el agua no amariza: amara. ¿Por qué ese cambio, esa falta de correspondencia o concordancia? Porque el verbo "amarizar", o "amarizarse", describe el acto por el cual copulan las ovejas, y también se aplica al coito en general. Los señores académicos no podían, entonces, usar el mismo término en el caso del avión, y hubieron de alterarlo. Los aviones pueden aterrizar, pero no amarizar. Eso es otra cosa.
A mí me gustan mucho las palabras. Vivo de ellas. Cuando hallo alguna sutileza como ésta que acabo de encontrar siento el gustillo extraño que se siente cuando se escucha algún sabroso chisme. Desde luego todas las palabras son palabras solamente. Pero sin la palabra nada podría ser en nuestro mundo.
¡Hasta mañana!...