“No ha llovido”.
En la ciudad oímos decir eso como quien oye llover.
Pero en el campo la frase “No ha llovido” se dice y se oye con pesar.
Diosito no se ha portado bien, y ya hace varios meses que no llueve en el Potrero. Hasta el agua del uso -la que bebemos en las casas- se nos está acabando. Salimos por la mañana y alzamos automáticamente la mirada al cielo. Nos mira desde arriba un azul inexorable, sin sonrisa de nubes.
La gente ya sacó de su capilla la imagen de San Isidro Labrador; la llevó por el camino, hilo de polvo, y la paseó por las yertas sementeras. Si no llueve pronto será la tierra un vientre estéril que no dará hierba ni fruto.
En el campo Dios está hecho de lluvia. Ahora que no llueve parece que Dios no existe. Hasta que llueva volverá a existir.
¡Hasta mañana!...