He llegado ya a la edad madura. Lo veo porque mi cuerpo se ha hecho más pequeño, y mis anécdotas más largas.
Soy feliz. Lo veo porque nunca me he preguntado si soy feliz. La felicidad no es una novela: es una sucesión de cuentos cortos. Yo he oído muchos, y he contado algunos.
Soy hombre religioso. Lo veo porque religiosamente huyo de los que abusan de la religión.
Y soy amado. Lo veo porque mi oficio principal ha sido amar, y aquél que ama termina siempre por recibir amor.
Tranquilo voy por el camino que me queda. Sé que al final empieza otro camino.
Agradezco a la Vida el precioso regalo de la vida. Y cuando llegue la hora también le daré gracias por el regalo hermoso de la muerte. En ella naceré a otra vida.
¡Hasta mañana!...