Hu-Ssong, filósofo de Oriente, les relató a sus discípulos el siguiente apólogo:
“... En una oscura caverna estaban cien hombres. A causa de las tinieblas nada podían ver. Pasó algún tiempo, y uno de aquellos hombres logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan poca que aun así nada se podía ver. El hombre, sin embargo, compartió su luz con otro, y con otro, y con los demás, y juntas aquellas lucen formaron una radiosa luz que a todos iluminó...”.
Uno de los alumnos le preguntó a Hu-Ssong:
-Maestro: ¿qué nos enseña ese relato?
Respondió el filósofo:
-Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo.
¡Hasta mañana!...