¿Cuándo fue que plantamos estos membrillos en la acequia? Don Abundio dice que los traje hace 20 años. Yo podría jurar que los llevé al Potrero ayer, o antier. ¿Así de aprisa se va el tiempo?
Ahora las flexibles ramas se doblan con el peso de los frutos que tienen el color del sol. Dulces y a la vez acres son esos membrillos. Son como la vida, también dorada, también con sabor de azúcares y sal.
Las mujeres harán con los membrillos la gloriosísima cajeta y las conservas inefables. En los días de navidad comeremos esas delicias, y aunque haya niebla y frío será como si todos los soles del verano entraran en la casa.
Demos gracias a Dios por los membrillos, tan dulces y tan ácidos. Demos gracias a Dios por la vida, tan ácida y tan dulce.
¡Hasta mañana!...