Isaac llegó llorando con Sara, su mamá. Se echó en sus brazos y le dijo asustado y lleno de congoja:
-¡Mi papá me quiso matar!
-¡Cómo es posible! -exclamó Sara.
-Sí -confirmó el niño-. Oyó la voz de Jehová, que le ordenaba sacrificar a su hijo. Y ya se disponía a degollarme cuando miró una oveja enredada en unas zarzas, y en vez de matarme a mí la mató a ella.
-¡Está loco! -exclamó Sara hecha una furia..
-¿Quién? -preguntó Isaac-. ¿Mi padre o Jehová?
Respondió sin vacilar la madre:
-Los dos.
¡Hasta mañana!...