Me habría gustado conocer al marqués de Fontefría.
Un amigo suyo preñó a una doncella. Era casado el seductor, y no podía cumplir la palabra que engañosamente había dado a la muchacha. Ella iba a quedar deshonrada para siempre. Entonces el marqués se imputó la responsabilidad: dijo que él era el padre de la criatura por venir; pidió perdón a los familiares de la joven; la desposó y dio su nombre al hijo que nació poco después.
Ese hijo combatió al lado de don Juan de Austria en la batalla de Lepanto. Ahí murió heroicamente. Sus últimas palabras fueron éstas: “Despedidme de mi padre. Sé que no fue mi padre, pero no ha habido padre mejor que él”.
Me habría gustado conocer al Marqués de Fontefría. Sabía convertir el mal en bien.
¡Hasta mañana!...