—El nogal se clisó— dicen los viejos.
Eso quiere decir que se eclipsó.
Opinan ellos que de otro modo no se explica por qué el árbol dejó caer sus frutos mucho antes de que entraran en sazón.
Veía yo, pesaroso, caer las nueces, verdes, y me preguntaba la causa de ese mal. El árbol tuvo todos los cuidados; riego no le faltó... Fue entonces cuando los ancianos del rancho me dijeron que el nogal se había clisado.
Yo no sé de misterios celestiales. ¿Qué astro lejano hirió la entraña de esta noble criatura vegetal que cada año nos regala su sabroso don? Miro el árbol, y pienso que todas las cosas del universo están ligadas entre sí. En el cielo infinito un astro que no miramos se oscurece, y en la tierra el nogal de mi huerto no da fruto.
Quién sabe... Quizá el próximo año mi nogal volverá a florecer y a dar su fruto, y en el cielo infinito un astro que no miramos se alegrará y dará más luz.
¡Hasta mañana!...